Y silencio. Un silencio prolongado sólo roto por las sirenas de los bomberos. Y emoción. Una emoción que embarga a los parisinos. Una de las joyas de la arquitectura gótica religiosa europea acaba de arder y París llora. Es el París más triste que se recuerda. En los alrededores de la catedral de Notre Dame, emblema de París junto a lo Torre Eiffel, solo se oye orar. La reacción de los franceses, sobre todo de las grandes fortunas, de las firmas emblemáticas y de cientos de ciudadanos anónimos ha sido rápida. No se han dormido en los laureles. Está en juego la suerte de un monumento que atrae a millones de turistas. Un monumento que ha sido escenario de importantes hechos históricos. En 1429, Enrique VI de Inglaterra es coronado rey durante la guerra de los Cien Años. En 1804, Napoleón Bonaparte se corona en Notre Dame. En 1909 tiene lugar la beatificación de Juana de Arco. Los hitos se suceden hasta llegar a este fatídico 2019. Un incendio arrasa el techo y derrumba la famosa aguja.

Millonarios franceses donan 600 millones para la reconstrucción de Notre Dame. Entre los principales filántropos, Louis Vuitton, L'Oreal y Artemis. Y los franceses lo han visto bien, y lo han aplaudido, y lo han agradecido, y están orgullosos de sus grandes fortunas y de tantos filántropos como hay entre ellas. Si algo parecido llega a ocurrir en España y Amancio Ortega, Juan Roig, la familia Entrecanales, la familia March, Juan Abelló, Ana Botín, Demetrio Carceller, la familia Mahou o Florentino Pérez hacen donaciones millonarias, tenga por seguro que se hubieran levantado voces discordantes, casi siempre desde la izquierda, criticando el hecho, diciendo que quieren blanquear dinero, que son unos 'meapilas' y cositas igual de 'agradables'.

Quiero recordar que el dueño de Inditex donó 320 millones a la Sanidad española para adquirir aceleradores contra el cáncer y se llevó la de Dios es Cristo. Se le llamó de todo, menos guapo. Se dijo que quería lavar su conciencia y no sé cuántas cosas más, cuántas de ellas desagradables. Dudo mucho que aquellos que despotrican, que aquellos que critican, donaran aunque fuera un euro de su bolsillo si desgraciadamente se produjera un hecho igual o parecido. El francés ha demostrado su 'grandeur'. Y lo ha hecho de arriba abajo y de abajo arriba. Hasta el punto de que cuando esto escribo, las donaciones privadas ascienden ya a más de setecientos millones de euros. Tanto como criticamos su peculiar chauvinismo y nos han dado una lección como tantas otras veces y ante sucesos de distinta índole.

Otro detalle. Tras producirse el incendio, en los aledaños de Nuestra Señora de París se agolparon multitud de personas para rezar, para elevar una oración al buen Dios, para cantar y orar juntos pidiendo la salvación de Notre Dame y sus maravillosas reliquias. Aquí en España se nos ocurre hacer lo propio, rosario en mano, como han hecho allí miles de católicos y nos lapidan directamente. A lo ocurrido en Valladolid la tarde del domingo de ramos le remito. Algunos quieren que en España no haya ni rosarios ni banderas. Automáticamente te llaman meapilas o facha que es el insulto favorito de esa izquierda que no termina de ubicarse en la democracia. Aquí sólo se puede salir a reivindicar el feminismo más radical, a defender a los animales, a pedir la abolición de los partidos de derechas, a machacar a los hombres por ser hombres, como si todos fueran maltratadores y a fomentar la gilipollez esa del lenguaje inclusivo del que muchos están hasta los 'pelotos' y las 'pelotas'.

Bien por los franceses y su pronta reacción. Notre Pèrere qui es aux cieux?..