Todo el personal anda echando cuentas sobre escaños, pactos y coaliciones en base a los datos que proporcionan los sondeos y las encuestas que, como tabarros en las heridas, proliferan por doquier. Basta que se haga público uno de estos estudios para que comiencen las cábalas, las especulaciones, las opiniones, las líneas rojas y demás armas al servicio de la vanidad política interpretativa. Como ahora hay expertos, con másteres incluidos, para todo lo que se mueva, pues ya tenemos en marcha páginas y páginas y horas y horas de radio y televisión para comentar, y perpetrar como verdades absolutas irrebatibles, el futuro del Congreso de los Diputados, el futuro del Senado (aunque de este casi nadie se acuerda a la hora de hacer previsiones), el futuro gobierno y hasta el futuro de la legislatura y, claro está, el futuro de España. Dan ganas de decirle a tanto listillo algo así como:

-Ya no hacen falta elecciones; ya lo habéis dicho todo y hasta más que todo.

Estas elucubraciones no son privativas de tertulianos sabelotodo y politólogos, sino que también alcanzan, y mucho, a quienes marcan las directrices de campaña de candidatos y aspirantes a la Moncloa. Basta que se conozca una nueva encuesta para que haya cambios de táctica, ataques supuestamente novedosos, "perdones" a un rival al que se sacudía hasta hace poco, matices, flecos, otras frases, otros tonos?

Casi todo muy conocido (ha sucedido siempre), pero actualmente con la variante de que los sondeos se publican constantemente y llegan a la gente con el empuje de una riada. Y con las aportaciones constructivo-destructivas de las redes sociales y esa capacidad que tienen (o les damos) para tomar el pulso a la sociedad, pero, a la vez, inventar falsas noticias, dar pábulo a rumores absurdos, insultar, denigrar, manipular la historia, tergiversar palabras y expresiones y sacralizar todo lo que surja en esas pantallitas que nos comen el coco y bastantes cosas más.

-Lo he visto en Internet, así que es verdad.

-Claro, claro, ¿para qué vamos a discutir?, señor Leocrecio, si yo no uso esas cosas.

Y todo ello pese a que la reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) recoge un 40% de indecisos. O sea, que nos ponemos a fantasear sobre alianzas, consensos y casi formación del Ejecutivo mientras cuatro de cada diez españoles no saben (o no dicen) a quién van a votar. ¿Así se pueden hacer extrapolaciones y cálculos? Si los superexpertos lo aseguran? Pero yo me tentaría la ropa antes de meterme en previsiones? si no dispongo de más información, llámense encuestas propias de partido, experiencias pasadas, intuiciones razonables y otros instrumentos medidores del ambiente electoral.

Sin embargo, hay quien, sorprendentemente, afina mucho más. Hace un par de días hoy a un tertuliano afirmar que entre 800.000 y un millón de personas dudan entre votar a Ciudadanos o al PSOE. Es decir, que no son indecisos genéricos metidos en el saco del 40%, sino indecisos específicos. ¿Cómo lo sabía el susodicho analista? Lo ignoro, pero lo soltó con tal energía y lo defendió con tal fuerza que cualquiera le rebatía. Al menos, en esa conversación nadie lo hizo. El misterio de los indecisos, que vaya usted a saber si son tantos y tan indecisos. Tengo para mí que muchísimos sí saben a quién van a votar, pero no lo manifiestan porque no se fían del encuestador, porque no quieren descubrir sus intimidades, porque prefieren jugar al despiste y hacer una gracieta o, simplemente, porque no les da la gana. De modo que si fallan las encuestas, no toda la culpa es de quien las hace y tabula, sino también de quienes han respondido con trolas.

Y luego está lo de la coincidencia de la campaña con la Semana Santa. ¿Influirá? Por si acaso, algunos ya se han curado en salud y renuncian a los mítines en estos días de procesiones y penitentes. No acabo de entenderlo. Ya lo dijo Jesucristo: "Dad al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios? Pero, claro, hay tanto miedo a que un mitin en Jueves Santo pase factura en las urnas?¿Y Los indecisos?, que esperen que tiempo tendrán para despejar incógnitas. Y los ateos, los laicos y los religiosos no semanasanteros, que se aguanten. Y el que tenga ganas de mitin, que ponga alguno de las pasadas elecciones o de las anteriores o de cuando ganaron los suyos, que siempre es muy reconfortante.

¡Ah! Y se ven un indeciso por la calle, háganle una foto, pídanle la dirección y manden los datos al partido que más les guste. Dicen que la cosa se decidirá por poco.