No todos en el Partido Socialista tienen la misma opinión y las mismas ansias de poder a cualquier precio que su líder Pedro Sánchez. No todos en la gran familia socialista están cortados por el mismo patrón. Están los socialistas con sentido de Estado y luego Pedro Sánchez y su harén de ministras entregadas a su causa, que no a la causa del PSOE, como la eximia Carmen Calvo. Una de las 'disidentes' es Susana Díaz, la ex sultana de Andalucía y actual secretaria general del Psoe andaluz. Sánchez le tiene ganas pero da la sensación de que una y otra vez se topara con un muro infranqueable que el socialismo andaluz ha levantado en Despeñaperros.

Nadie duda que hablar de Bildu es hablar de ETA. De hecho acaba de proponer a un ex miembro de Batasuna vinculado a ETA para la lista europea con ERC. No se esconden, no se travisten de demócratas, saben que en Sánchez y con Sánchez van a poder seguir haciendo de las suyas, como hace unos días en el Parlamento Vasco sin que ningún parlamentario socialista del PSE tuviera la decencia de abandonar sus escaños como si hicieron los representantes del Partido Popular. Me refiero a las descalificaciones vertidas sobre la Guardia Civil y la Policía Nacional, por un individuo al que nadie cortó sus insidias.

Y es que, Sánchez se está arrimando peligrosamente a gentuza como la que se agrupa en Bildu para mantenerse en el poder y para sacar adelante sus proyectos que son solo suyos y de nadie más. Y, mientras, el PNV y Bildu sacan tajada de la flaqueza o la ambición de Pedro Sánchez o las dos cosas a la vez, muchos socialistas se desmarcan de la trayectoria errática de un individuo "obsesionado con ser presidente", tal y como lo define la periodista Carmen Torres en su libro "Instinto de poder". No es de extrañar que socialistas con más escrúpulos le critiquen abiertamente y sin cortarse un pelo.

Susana Díaz nunca se apoyaría en un grupo como Bildu. Lo ha dejado bien claro en una reciente entrevista. Nunca levantaría el teléfono para pedir a Bildu su apoyo. Tiene escrúpulos y un sentido de España que la honra, a pesar de la corrupción que la ahoga en el PSOE andaluz. No es de extrañar el auge de Arnoldo Otegi, apoyado directamente por su íntimo Pablo Iglesias y por toda la cúpula de Podemos, el independentismo catalán y, cómo no, Pedro Sánchez. Tampoco me extraña que Otegi pase el día jactándose de las constantes llamadas del PSOE para conseguir su apoyo a los decretos. Son decretos envenenados. Ya sé que suena fatal, pero puede que los decretos que han contado con su apoyo estén manchados de sangre inocente. No vayamos a creer ahora que Otegi es un hermano franciscano. Sus únicos hermanos son la ralea aludida y las hienas de ETA.

Para Díaz ni los bilduetarras ni el independentismo catalán son buenos compañeros de camino. No los quiere ni en pintura. A unos por lo que todos sabemos y a los otros porque "el perímetro de cualquier diálogo es la Constitución". Nunca el PSOE cayó tan bajo para que Sánchez, con ayuda del CIS de Tezanos y su cocina prodigiosa, se mantuviera en lo alto del poder. Ya veremos. A muchos socialistas moderados se lo está poniendo francamente difícil hasta el punto de renunciar a votar. Prefieren no acudir a su cita con las urnas antes que traicionar sus principios democráticos. Y no es lo mismo, ni mucho menos, un votante socialista que un votante de Podemos.

Dar la necesaria estabilidad a España no pasa por venderse al mejor postor. Para Sánchez resulta difícil digerirlo.