Zamora inicia su Semana Santa con parecido anticipo y esplendor al de las flores que también se adelantan a la primavera, las camelias, en esta tierra donde vivo y escribo: Galicia. Hay pasos que salen a la calle antes de la Semana de Pasión y en los rostros sagrados de dolor de las imágenes veo el fulgor encarnado de esas bellas, delicadas y prolíficas flores de corta vida estacional.

Confieso, sin embargo, con inmenso pesar, que en medio de la belleza que expanden nos ha tocado a un grupo no pequeño de familiares y amigos sufrir con demasiado adelanto el agostarse de una flor que se desprendió del árbol de la vida con veinticinco abriles escasos. Nos dejó el pasado mes de Marzo. La hija de mis amigos intuyó en algún momento que su paso por la vida tendría el corto recorrido, a escala humana, de las flores típicas de aquí. Y, como un lírico deseo de últimas voluntades, dejó escrito que si le fallara algún día "su corazón oxidado" celebraran, amigos y familiares, su paso por la vida, brindando juntos. Y así hicimos en la ciudad donde un muerto concita miles de personas que rezan, lloran y cantan ante su tumba: Santiago de Compostela.

Los albaceas fueron sus padres que no dudaron en andar el largo camino del dolor para dar cumplimiento festivo al premonitorio deseo de X. Amor con amor se paga. Bien sabemos este lema; más que un refrán se trata de un axioma, en la vida familiar ante todo. Pero no es fácil convertirse en los directores de una película donde tu hija esta en el reparto pero no sale a escena, siendo así que pasó todos los castings de amor filial y fraternal y los amigos la esperan juntos entre lágrimas.

Entenderán si les digo que no hubo un funeral al uso y que en el tanatorio empezamos a cumplir, a duras penas, el guión que X. dejó escrito. Algo así como "no lloréis por mi". Y no faltaron canciones, pero éstas tenían por momentos el tono diluido de lágrimas sincopadas y silencios ahogados imposibles de evitar.

A no pocos kilómetros de mi añorada Zamora, donde flores cortadas siguen vivas para adornar la mesa de los Pasos, se nos adelantó la Semana Santa con todo lo de dolor y drama que tiene el evento religioso pero también con el mensaje de esperanza con que acaba la sagrada celebración. Nos queda el amor, eso que no muere: la resurrección en el más amplio sentido, religioso o no. Selecciono una cita de la carta de despedida que la madre de X. Leyó con amor y valor indecibles, emplazándonos a todos a la esperanza : "Las sonrisas son antorchas en la niebla".

Procede añadir, asumiendo el reto: También las camelias. Xiana fue una de ellas.

Para José Luis y Marta, padres de Xiana. In memoriam.