Desde el golpe de mano parlamentario de la moción de censura, que permitió la vuelta del socialismo al poder, ello si alguna vez se fue desde el ochenta y dos, los indicios han sido abrumadores. El espectáculo de la tesis, los ministros dimitidos en plazo récord, los pecadillos fiscales, los goles por la escuadra, las declaraciones esperpénticas de la vicepresidenta, la negativa a dejar el cargo de la ministra grabada, nada menos que de Justicia.

Pasa; suma y sigue.

Pero lo que pone de manifiesto la anomalía institucional, la naturaleza antidemocrática del sanchismo es el invento de los llamados y mejor publicitados viernes sociales. Decretazo tras decretazo, con el parlamento disuelto y sin debate alguno, la piñata fin de semana de miles de millones de euros no es ya un ejercicio descarado de clientelismo y electoralismo. Es simplemente prueba de una discrecionalidad, un arbitrismo y una voluntad de patrimonializar lo público con carácter partidario hasta ahora desconocidos, e incompatibles a medio plazo con un sistema de libertades.

Porque el anuncio semanal de este gobierno, si bien se mira, es copia, otra más, no ya del hacer y pasar, sino del "Aló presidente" televisivo del milico Chávez, o más exactamente del "con el mazo dando", muy propio, la verdad, del piadoso y místico Diosdado.

Las querencias bananeras y chavistas del PSOE desde el zapaterismo son cosa sabida. Mas también son sabidas otras afinidades, otros paralelismos funestos. Pues sobradamente conocido es que, en los últimos meses, hay carestía, escasez de mil medicamentos en nuestras farmacias, algo sin duda hasta ahora inédito.

¡Pero a qué suena!, ¡a qué vino y pasa ya aquí lo de allí, o sea, la desgracia y el infortunio venezolanos! De momento, sin embargo, podemos estar contentos. Cortes, lo que se dice cortes de luz, aún no llegaron. Todo se andará, pues para eso están las ocurrencias progres junto a los experimentos ecologistas. Y, por descontado, el buen hacer del ministerio transicional. Diésel y carbón: ¡Ciérrense! Hecho.

Pasa, claro que pasa, porque el designio del sanchismo no es ni fue nunca pasar, sino lisa y llanamente quedarse. Para lo cual hace todo lo que puede y le dejan, con propaganda y monopolio televisivos de por medio. ¡Aló, presidente! A viernes y piñata tocan.

Que nadie se engañe; a día de hoy, socialismo y sanchismo no son una alternativa política, parlamentaria y democrática; sencillamente, son un régimen con pura y dura ambición de Movimiento.