Los árboles que resisten mejor a los incendios son los de raíces profundas, porque aunque se quemen las copas o los troncos, pueden renacer al cabo del tiempo. Son los árboles autóctonos y de lento crecimiento que han arraigado profundamente en una zona.

En Zamora las especies más resistentes son los fuertes robles y las pardas encinas de siempre, "humildad y fortaleza" para Machado, cuya supervivencia es mayor que la de aquellos pinos de chichinabo que se plantaron durante el Plan de Repoblación Forestal iniciado en el franquismo, con la oposición callada de la población rural que aún sigue quemando furtivamente como protesta por la usurpación de los montes públicos para su explotación, sin que los beneficios económicos revirtieran en los pueblos. "Cuando un monte se quema, algo suyo se quema?señor Conde", del humorista el Perich parodiando al lema oficial "algo tuyo se quema", es el resumen de lo que sucedió social, política y económicamente en aquella época.

Por eso cuando parecía que las políticas territoriales habían arrasado el bosque autóctono de fuertes zamoranos como robles y resistentes y humildes zamoranas como encinas, convirtiendo la provincia en un desierto demográfico, renacen desde la tierra nuevos troncos y ramas que reivindican el derecho a seguir viviendo en su pueblo y protestan contra las políticas que les han llevado a la despoblación. Hay vida en el pueblo, hay pueblos vivos: hay árboles que no sólo renacen sino que se agrupan en plataformas para defenderse, lo que viene a ser un bosque verde de esperanza de zamoranos con raíces autóctonas y algunos frutos rojos.

La ecología y la sociología no dejan de demostrarnos lo mismo: que las raíces, el arraigo y la radicalidad son necesarias para resistir, para sobrevivir en la naturaleza y en la sociedad. De las raíces se saca la fuerza para renacer en la tierra quemada y en la tierra vaciada. Las grandes movilizaciones del campo del inicio de la democracia echaron raíces que hoy renacen en cientos de plataformas en cada pueblo pidiendo servicios, oponiéndose a las magrogranjas y minas que utilizan la tierra como en su día se utilizaron los montes, señor conde entonces, señora multinacional hoy. Renacerán sin tardar aquellas movilizaciones sindicales que sembraron las huelgas generales por los derechos laborales, aunque las fábricas de otros territorios se llevaron con ellas gran parte de los mejores troncos y ramas del proletariado.

También en la política las raíces profundas ayudan a resistir. Hay partidos que no son árbol sino flor de una campaña electoral y acaban desapareciendo porque ni son de izquierdas ni de derechas, ni liberales ni absolutistas, ni progresistas ni conservadores. Que incluso presumen de haber superado las ideologías para sustituirlas por ideas o por meras ocurrencias en los programas. Que no dudan en hacer alianzas distintas - izquierda, derecha, arriba, abajo - con quienes sumen votos para gobernar o derrocar gobiernos. Con militantes, perdón, adscritos o simpatizantes o colaboradores, que pueden ser carne de transfuguismo sin traicionar a su pensamiento político, porque es difuso, porque no lo tienen o porque no les hace falta.

O porque lo político está mal visto hasta en la política, además de en la sociedad, como en los viejos tiempos del Generalísimo que ni se metía en política ni permitía que se metiera ningún partido, so pena de acabar en la cárcel como preso político, entonces sí, compañeros del Partido Comunista y otros.

Por cierto, hay partidos que llamaron "mochila" y "lastre" con desprecio a la ideología nacida de las raíces de la lucha obrera y por la democracia, porque parecía una carga muy pesada para llegar al cielo en volandas de papeleta electoral, y no mediante el lento crecimiento de un árbol que resistirá gracias a sus raíces cuando pretendan erradicarlos a golpe de hachazos o cuando estén aparentemente quemados.

Todo el mundo tiene derecho a presentarse a las elecciones para llegar a las instituciones y desde allí actuar en la sociedad como ciudadanía. Pero eso es también política. Como lo es el trabajo de asociaciones y personas en beneficio de la sociedad. Por eso no entiendo el rechazo a lo que llaman "los políticos" por parte de esa sociedad que hace política con sus propuestas y movilizaciones. ¡Ay! cuánto daño han hecho los cuarenta años de apoliticismo corrupto y criminal, y los siguientes cuarenta de corrupción política.

El fin de semana pasado, la feria Raíces mostraba que en esta tierra siguen renaciendo los productos de la misma que han resistido porque están fuertemente enraizados, y que también renace el espíritu reivindicativo de los luchadores por su tierra.

Algunos candidatos políticos se dejaban ver intentando hacer sombra a los árboles que la dan realmente. Campaña, se llama, pero ni siquiera de repoblación forestal.