Si hay una industria que crece cada año y que tiene para Castilla y León un enorme peso económico y laboral esa es, sin duda, la turística. Un motor de impulso para la actividad económica, el empleo y la sostenibilidad que aporta a la Comunidad más del diez por ciento de su PIB, con más de 72.000 trabajadores afiliados. Somos la región líder en turismo de interior y marcamos la diferencia con una oferta basada en la historia, la cultura, la riqueza paisajística y monumental y la buena mesa, entre otros atractivos. Por eso la Cumbre Mundial de Turismo, que ha reunido esta semana en Sevilla a cerca de 1.700 personas, con más de 300 medios de comunicación acreditados, supone un espejo en el que mirarse para la mejor implantación de las políticas colaborativas entre el ámbito público y el privado. Y más cuando el secretario general de la Organización Mundial de Turismo, Zurab Polilikashvili, ha anunciado en la capital andaluza que este evento internacional pondrá el próximo año especial acento en el turismo rural, segmento en el que Castilla y León es líder indiscutible en el país; o cuando las empresas participantes planean inversiones por valor de 3.000 millones en su oferta de servicios en 2020 en España.

Los datos conocidos en la Cumbre son demoledores, con casi 9 billones de dólares de contribución a la economía global y 313 millones de empleos en todo el mundo, representando el 10,4 por ciento del PIB mundial. Pero no sólo este sector aporta unas cifras envidiables a la economía de escala, sino que permite en estos tiempos de recesión moral y de escalada secesionista poner en valor las virtudes del conocimiento universal y de la riqueza cultural de los pueblos mediante el impulso de los viajes y la ofertas turísticas. No es casualidad que la Cumbre de Sevilla haya centrado la temática de las ponencias y el debate en los cambios globales y los flujos turísticos, justo cuando se cumple el quinto centenario de la primera cirunnavegación a la tierra, protagonizada por Juan Sebastián Elcano y Fernando de Magallanes.

Para Castilla y León toda la experiencia de un evento internacional de esas característica debe ser también una hoja de ruta para la inversión económica y la generación de empleo que, de manera inexorable, van asociadas a la industria del turismo y a otros sectores como el logístico y el agroalimentario.

Tampoco son menores los retos que la industria turística en general y la de la Comunidad, en particular, tienen por delante, cuando es sabido que la digitalización y las nuevas oportunidades de empleo relacionadas con el Big Data van a dar un vuelco (si no lo están dando ya) a la competitividad empresarial y a las opciones de negocio sostenibles. Si Castilla y León quiere seguir ejerciendo el liderazgo que ahora ostenta no puede perder de vista la necesidad de atraer a más turistas extranjeros con cierto poder adquisitivo. Esa y no otra es una clave esencial para seguir creciendo y liderando el turismo de interior. Y las nuevas herramientas tecnológicas y de comunicación son el cauce imprescindible para ese propósito. Basta recordar que cada minuto se suben a You Tube más de 60 horas de vídeo, en Twitter se publican cada día más de 250 millones de tweets y en Facebook más de 800 millones de actualizaciones al día.

Tenemos, como es obvio, una oferta de calidad y variada, pero toca hacer ya un mayor esfuerzo en materia de divulgación internacional, abordando estrategias globales y modernas que vayan más allá de la simple presencia en ferias de turismo y la entrega de folletos en papel, por no hablar de la dispersión de la oferta por parte de cada administración.