La recta final de la cuaresma es un momento ideal para repasar el mensaje que el Papa Francisco nos enviaba al inicio del tiempo, nos invitaba a la conversión para emplearnos más en mirar hacia el prójimo y no fijar tanto el foco en nosotros mismos. Como la cuaresma es el camino que lleva a la Pascua, me parece oportuno coger ese mensaje y amplificarlo a la Semana Santa de Zamora en particular.

La celebración del Triduo Pascual es el evento más importante del año para el cristiano, como tal invito a que así se viva. La celebración de la Semana Santa en Zamora emana de ese triduo pascual que celebra con gran alegría y esperanza la Iglesia. La Pasión zamorana se ha constituido a lo largo de la historia como un hecho cultural formidable inherente al desarrollo de la sociedad y de la economía de la tierra. Es por ello por lo que los valores que aglutina la celebración; el arte, la austeridad, el fervor, la devoción, la sobriedad, la estética? suman a hacer de ese hecho cultural algo para todos, no sólo para unos pocos que pueden llegar a tener la tentación de apropiársela, ni tampoco para, exclusivamente, la comunidad cristiana de la ciudad. Todos es un concepto que supera a la creencia y al gusto. Por lo tanto, la Semana Santa si es de alguien tiene que ser de un pueblo, siendo a su vez, la máxima expresión de la religiosidad de ese pueblo.

De un lado están las cofradías, que son el motor de la Semana Santa, y están llamadas a su conversión particular, adaptándose a los tiempos y encontrando todos aquellos caminos que las lleven a desempeñar esa acción en pro del otro, sobretodo del más necesitado. Junto a la Iglesia, constituyen el espacio donde se tiene que manifestar el hecho cristiano de la celebración, haciendo honor a la definición canónica "fomentando el culto y la caridad".

Y de otro está la Junta Pro, el exponente del hecho cultural concreto en el que se ha convertido en Zamora la Semana Santa. Un vehículo que aglutina y coordina a las cofradías para hacer de la Semana Santa un todo que sea para todos, y explotar la proyección turística, social y económica de una tradición que atesora más de medio milenio de vida.

Así que sólo me queda terminar esta reflexión invitando a vivir estos días, desde cualquiera que sea el prisma del que se viva (la fe, la fiesta, la amistad?), con un espíritu de unión hacia el otro, de búsqueda permanente de la novedad, de convivencia, de respeto y de crítica que contribuya al mejor desarrollo de nuestra Semana Santa.