Lo rural está de moda, como si acabara de aparecer por ensalmo en el panorama nacional, como si no estuviera ahí desde que el mundo es mundo e, incluso, más atrás. Pero parece que algunos lo han descubierto ahora y se han apresurado a colocarse los primeros tras la pancarta y a llenar cualquiera de sus discursos e intervenciones públicas (me gustaría saber lo que piensan y lo que dicen en privado) con la palabra rural, con sus promesas para lo rural, con su amor a lo rural, con sus esperanzas en lo rural y, si les han tiempo y carrete, hasta con sus antepasados rurales, sus estancias, aunque hayan sido breves y por vacaciones, en los pueblos y todo un repertorio en el que, además, es imprescindible incluir el vocablo despoblación, vital para que el mensaje parezca de verdad.

Hace ya unos cuantos años, un destacado miembro de la UCD vallisoletana me decía de un compañero de partido que se proclamaba del sector liberal: "Ese va por la calle diciendo para sus adentros "soy liberal, soy liberal" y cuando se le acaba el aire, entra en un portal, respira hondo y sale otra vez a repetir lo de "soy liberal, soy liberal", y ni aun así se lo cree del todo". Pues bien, con lo que aseguran algunos de lo rural, lo rural y etcétera, etc me ocurre lo mismo: no acabo de creérmelo. ¿Mal pensado? Quizás. ¿Escéptico? Sí, seguro. Y es que, como reza el adagio, "el gato escaldado hasta del agua fría huye". ¿Cuántas veces hemos oído aquí frases semejantes a las que suenan actualmente en boca de políticos de toda laya y condición? Con una diferencia básica: unos han gobernado y otros, no. Unos han tenido a su disposición decisiones y presupuestos y otros han estado en la oposición.

De modo que, en ese aspecto, no todos son iguales ni deben ser medidos por el mismo rasero. A cada cual, lo suyo. No es lo mismo llevar dirigiendo la Junta de Castilla y León 32 años, desde 1987 con Aznar, que haberlo hecho solo cuatro años, los de Demetrio Madrid y José Constantino Nalda. No es lo mismo mandar en la Diputación desde que se inventaron estas instituciones que no haberla gobernado nunca, ni siquiera en los días que precedieron al "antorrenazo", allá por 1987. O sea, que hay datos y detalles que conviene recordar para situar el asunto en sus justos términos y no dar más alas a la demagogia, que bastante tenemos ya. Y ahí entra en juego la memoria de cada uno y, con ella, su capacidad de análisis y su disposición a repetir y repetir o, por el contrario, a cambiar o a buscar nuevos horizontes.

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿tenemos por aquí memoria? Hay días que lo dudo. Y mucho. Esta tierra pierde gente a chorros, ve peligrar su futuro, está amenazada por la despoblación, el envejecimiento y el abandono y, no obstante, sigue votando lo mismo (o parecido) elección tras elección. Desde el PP suelen hacer una valoración taxativa: "Lo hacemos tan bien que continúan confiando en nosotros". No crean que exagero, se lo escuchado a más de uno. Y lo dicen convencidos. Y si les recuerdas la pérdida de población, la muerte de los pueblos, etc, suelen echar las culpas al empedrado o a Zapatero o al destino o a que aquí la gente no es emprendedora y prefiere emigrar. Como dice un proverbio ruso: "Al mal bailarín hasta los coj?. le molestan". El caso es buscar, y encontrar, excusas y que cuelen entre el personal, que siempre habrá más de uno que las comparta y las aplauda.

Y ahora han encontrado lo rural, que se ha situado en el número uno de la clasificación tras el éxito de crítica y público de la España vacía, la vaciada, la despoblada, la que hay que recuperar. Y ahora quien no hable de lo rural y no anuncie medidas (¡¡pero nadie dice cuales, ni cómo, ni cuando, ni cuánto, ni dónde!!) ni es moderno, ni está a la última, ni entiende el país, ni quiere regenerarlo, ni tiene posibilidades de arañar el voto del señor Cayo. Y para eso es necesario, imprescindible, que los candidatos se suban a un tractor, se hagan fotos con un pastor, visiten una granja, vean ordeñar una vaca y sonrían, sonrían amplia y convincentemente, al lado de unos paisanos que parecen mirarles con arrobo? aunque estén pensando algo muy distinto.

Y en esas estamos. Con lo rural de moda, ardo en deseos de conocer las medidas concretas, si es que las hay, que propone, cada partido para intentar frenar la despoblación y recuperar lo que lleva décadas y décadas perdiéndose. Y entonces sabremos si se creen lo que están diciendo en los mítines o van de farol, si apostarán por la España vaciada o volverán a ser esos trileros que manejan un cubilete sin dados y reiteran eso de "nada por aquí, nada por allá". Y nada ha habido hasta ahora. Por eso conviene estar alerta y, como decía Juncal, tomar nota. ¿Lo haremos?