Ser personas, ser humanos, emocionarnos y alegrarnos, llorar y sufrir, luchar y sentir el cansancio, vivir con valentía o con miedo? todo eso forma parte de nuestra humanidad y lo llamamos dignidad.

Cuando somos más fríos que un tempano, cuando todo nos da igual, cuando crece el resentimiento o el odio en nuestro interior, cuando nos buscamos a nosotros mismos ? entonces surge la despersonalización y como consecuencia el destruirnos. Es una muerte lenta, imperceptible.

Hay hechos que nos indican esta deshumanización porque antes de muertos la sociedad o quien sea ya los ha condenado: la foto del niño inmigrante muerto en una playa, el invisible que no tiene hogar, el anciano que fallece solo en el décimo piso de un rascacielos, la mujer violentada traída y llevada?. Parece que las imágenes nos han insensibilizado.

La respuesta de Jesús ante la mujer pecadora del Evangelio nos tiene que devolver ese corazón de carne. Basta que tomemos conciencia de que alguien me ame para que todo cambie a mi alrededor. La mujer mostraba un agradecimiento tan grande porque era consciente de que el perdón que había recibido era signo de un gran amor. El amor es una realidad tan profundamente humana que nadie, que se sienta querido de verdad, pueda seguir indiferente. Es más, sólo si uno se siente amado, podrá descubrir su capacidad de amar.

Por ello la fe cristiana frente a tanta vaciedad ideológica (sobre todo en estos tiempos electorales) quiere salir al paso para poner en el centro a la persona de carne y hueso. Aunque nuestro seguimiento de Jesús sea débil, aunque las dudas y las circunstancias nos bloqueen el camino, sigue abriendo tu corazón. No pongas tus esperanzas en los que especulan o en los que prometen, sino en el Señor que va a entregar su vida por ti. Esto es lo que celebramos en los días de Pasión.

Si te acercaras al sacramento de la reconciliación recuerda que el objetivo no es 'confesarse' sin más, sino descubrir el amor incondicional del Padre.

Como la pecadora, una vez que nos sentimos amados, surgirá en nosotros el deseo de corresponder amando a otros. Tu fe te ha salvado. No es lo que ha hecho y dicho Jesus lo que salva. Es el cambio de actitud de la mujer, reconociendo y confesando su pecado. Y descubriendo que por parte de Dios todo está superado, lo que le ha traído la salvación. ¿cómo te sientes tú?