Ciertas religiones son una locura. Como la católica ya cuenta con demasiados detractores, me voy a referir a esa religión de la que nadie en Occidente, salvo 'Charlie Hebdo' se atreve a opinar. Los 'caganchos' se quedan para echar pestes de Francisco, de la Cruz, de los sacerdotes, de las monjas, del catecismo, de la Conferencia Episcopal Española y de sus miembros, de todo lo que huela a Iglesia Católica. Hay que tener mucha gallardía para criticar u opinar sobre el Islam y en mi caso desde el respeto más absoluto, porque el miedo es libre.

Si a un sacerdote católico se le ocurre predicar lo que predican muchos imames, muchos clérigos musulmanes o grabar un video explicando lo que ha explicado un intelectual y sociólogo catarí, lo lapidan o, directamente, piden la cruz para él. Un sociólogo catarí, Abad Al-Aziz, ha publicado una grabación en su canal de YouTube en la que explica cómo golpear a la esposa de una manera islámica permisible, es decir, según los mandatos del Islam. El susodicho se escuda diciendo que nunca hay que preguntarse sobre si su religión es cruel para, a renglón seguido, argumentar que es "una religión de misericordia y bondad". Será con los hombres, porque con esas 'cosas' llamadas mujeres la religión de este señor es cruel, absolutamente cruel, injusta e inclemente.

Este tipo del que hablo ha protagonizado en los últimos tiempos pronunciamientos similares sin que se tengan noticias de que asociaciones feministas de esas tan activas, en uso del principio de "justicia universal", hayan emprendido acciones legales o del tipo que sea contra tal individuo que no puede tener cabida en una sociedad democrática, en un mundo que clama por la igualdad y la justicia, pero sólo en el entorno que le compete. A las esposas cataríes que las parta un rayo. Si las pegan, como si las mutilan o las matan. Al feminismo europeo la mujer qatarí le cae lejos y como algo exótico. Es la doble moral feminista tan fastidiosa, tan sectaria, tan interesada, tan fogosa.

No me explico qué tipo de bula tiene el individuo en cuestión para que se le permita difundir ideas propias de un Cromagnon a través de un canal internacional de libre acceso. Porque siempre habrá algún maltratador al acecho que coja ideas para perpetrar su abominable misión maltratadora. Ojo al dato, porque para ejercer correctamente su autoridad, uno de los motivos esgrimidos por el sociólogo para someter a "castigo" a su mujer, está el hecho de salir de casa sin permiso. Sin ánimo de dar pistas y comprobar la sutileza que emplean, el presunto sociólogo (en qué universidad habrá estudiado) aconseja que la paliza debe ser ligera e indolora con el fin de que la esposa sienta la masculinidad y la fuerza del marido así como su propia feminidad. Para este presunto, la masculinidad del hombre está en los puños y en los pies. Pobres esposas cataríes. Viven en jaulas de oro, pero jaulas al fin y al cabo.