Y no procede de un fusil, de una bomba ni de ningún otro artilugio de matar portado por algún matarife del Daesh. Esta vez la muerte es un hongo. Tiene nombre propio y un tanto enrevesado. Se llama Batrachochytrium Dendrobatidis. Es el causante de un mal mortal llamado quitridriomicosis y es la especie invasora más destructiva que se conoce, comparable con las ratas y los gatos por la cantidad de especies que cada una de ellas pone en peligro. El hongo de nombre irreproducible está presente en sesenta países, especialmente en Sudamérica y Australia. No hay que relajarse porque a causa de la globalización, Europa acabará siendo destino del hongo en cuestión que en principio afecta a sapos, ranas y salamandras. Está vez la muerte pasa de largo por nuestro lado.

El número de anfibios está descendiendo de forma alarmante en todo el mundo. Habrá que hacer acopio de riquísimas ancas de rana. Lo lamentable es que Zamora perdió hace ya unos cuantos años a una uno de sus iconos rurales, Guillermo García, "el ranero solitario", como lo bautizó servidora hace de ello ya tantos años. Guillermo era el 'ranero mayor' de las charcas de Santibañez de Vidriales. Su forma de acabar con las ranas era menos cruel que la del hongo de marras y porque además, acababan en restaurantes y casas particulares, allí donde quisieran pagar a buen precio sus preciadas ranas. Tenía Guillermo un magnífico ojo clínico.

La enfermedad micótica que produce el hongo de nombre irrepetible devora literalmente la piel de los anfibios causando estragos entre las poblaciones de más de quinientas especies de todo el mundo en los últimos cincuenta años. Lo que pocas personas saben es que, entre pitos y flautas, ya se han extinguido 90 especies. Y nosotros sin enterarnos. Y es que la cosa esta empieza por las ranas y puede acabar con los humanos. Lo cierto es que esta pérdida de biodiversidad es la mayor asociada a una enfermedad en la historia del planeta. Así de grave es la cosa.

El puñetero honguito, peligroso como pocos, es originario de Asia. Lo curioso del caso es que no afecta a las especies autóctonas. Estamos ante una enfermedad muy virulenta que afecta a la fauna silvestre y está contribuyendo a la llamada 'Sexta Extinción masiva de Especies en la Tierra' Ojalá todo empiece y acabe con los anfibios. Que no se traslade al resto de la fauna y mucho menos que alcance al hombre. Para evitarlo la autoridad competente debería regular tanto el comercio internacional de especies como la bioseguridad en las fronteras. Y es que la ciencia ficción deja de serlo cuando aparece en nuestras vidas y lo que ayer era sólo carne de celuloide hoy es pura realidad.

Sin ranas que nos vamos a quedar cómo los científicos no hagan nada por acabar con el hongo en cuestión y salvar al mundo del 'ranicidio' que está teniendo lugar ante nuestros propios ojos. Los sapos y las salamandras me importan un pelín menos, aunque debo de reconocer que también ejercen su función, pero las ranas tienen su aquel. Al final sólo nos quedarán las de los cuentos que, indefectiblemente, venimos escuchando desde niños. Los animalistas deberían hacer algo, porque este hongo es más mortífero que la mano del hombre, que la mano experta de los nuevos raneros, si es que no se extinguieron tras la desaparición del 'ranero solitario'.