De repente cinco generales jubilados del Ejército Español y un coronel en la reserva en trámite de licenciarse definitivamente han decidido entrar a formar parte en la política en puestos relevantes de un determinado partido político.

Este hecho no debería haber sido motivo de ningún comentario más allá del que se le dedica a cualquier otro competidor en la política de partidos. Lo que ha alarmado a la mayoría de los españoles es que lo hagan entrando en un partido que quiere imponer el modelo político franquista, un personaje durante cuyo régimen se llenaron las cunetas de fusilados mal enterrados. Hasta que no reposen sus restos en el lugar que le corresponde por su dignidad como personas siempre estarán mal enterrados.

Lo único que yo veo de malo en la irrupción de estos generales en la política es que únicamente se traicionan para salvar sus canonjías. Todavía parece que hay una generación de oficiales generales que no duda en traicionar su postura, no sé cómo se puede uno recuperar de semejante actitud. La carrera militar acaba en el empleo de coronel, el grado de general se alcanza por elección, y en buena medida, por la confianza que le da su lealtad al partido gobernante. Tampoco sé en qué momento de su trabajo intelectual crearon una mentalidad diferente de la mentalidad creada durante su formación en las academias militares. En estos centros la doctrina es humanista y no un producto del humanitarismo. En el sistema educativo militar se insiste en que los profesionales de la milicia son unos funcionarios privilegiados cuya misión es la de servir al Estado, que son libres para hacerlo o no, según su elección, pero una vez que toman esta opción no podrán disponer totalmente de sí mismos como lo consideren adecuado. En el campo de la política los militares no son "libres".

Obviamente al pasar a la situación de "retirado" la relación intelectual con el Estado no se extingue, excepto que el idealismo no era servir al Ejército sino a un Zar y todo eso de la filantropía y pensamiento crítico está condicionado por los privilegios de clase. El idealismo y el materialismo son pura metafísica.

Hay dos modos de estos militares jubilados de presentarse al público acerca de su actitud política, el primero se refiere al poder, el segundo a la representación. Respecto al primero, el hecho de vincularse a un partido político considerado de extrema derecha nos aproxima al tema de la película de Orson Welles, "El proceso" en el que el poder se desdobla en dos tipos de personajes, el ambicioso que al final fracasa y su alter ego, que es, el que triunfa. En cuanto al segundo, la representación, da la impresión de que es más una necesidad que una elección.

En un sentido quizá sea una estupidez, en otro me parece que es por pura ortodoxia o por los eslóganes, en cualquier caso, creo que no hay recuperación de la confianza entrando en la política con el partido de Vox.

Estoy haciendo una interpretación personal porque no están todos los que son. Hace unos meses en la toma de posesión de su cargo, un alto representante del Gobierno me presentó a un compañero, jefe de una unidad territorial, yo ignoraba que me conociera pero él se encargó de explicármelo, en tono despectivo me dijo: "sé muy bien quién es usted". Tuve la impresión que me estaba considerando como un "rojo peligroso". Yo pensaba: "en qué momento se le ha parado el reloj". Lamentablemente no es una situación única.

Sin embargo las situaciones reales de la vida, como decía Dostoiviski son más ricas que la fantasía de los escritores, ahora en el "Juicio del Procés" estamos viendo que los verdaderos hombres de Estado son los suboficiales y oficiales subalternos, su grandeza consiste en declarar ante el Tribunal que han sido ellos y sus hijos, los que estaban expuestos a la ira de los más exaltados, que el peso de las investigaciones ha recaído en ellos y que se sienten orgullosos. Hermosa lección la que nos están dando.