Entre la infinidad de defectos que tiene la condición humana, uno de los más nefastos, y destacables, es el rencor que algunos profesan a sus semejantes; muchas veces, "vaya Vd. a saber por qué"; pues la sinceridad no es una de las virtudes que "adornen al ser humano", lo que impide la comunicación con los demás, limar posibles malentendidos, rectificar, enmendar, disculparse, allanar incomprensiones, etc., en suma, lograr unas relaciones humanas mínimamente dignas de tal nombre, que posibiliten la convivencia, el trabajo en equipo, los vínculos familiares, las amistades, los "conocimientos", el saludo y demás.

Y, es que muchas veces, esa "hombría de bien"; timbre de honor de nuestros siempre recordados y queridísimos "tataras; ya ni se sabe de "qué va", por lo tanto, menos para adoptar conductas con nuestros semejantes a los que aportar, y que nos aporten, todo lo que "está en nuestra mano", es decir, tener espíritu de servicio hacia ellos, pues antes o después, todos nos necesitamos.

Y es que "hablando se entiende la gente"; aunque últimamente y dada la escasísimo educación recibida por los retoños de sus progenitores, como la endeble recibida en la escuela, como lo demuestra, a diario, su comportamiento en las aulas y fuera de ellas con la ciudadanía en general, y si como "ejemplo basta un botón" es para "echarse a temblar" la existencia de acoso entre los propios escolares, prototipos de futuros déspotas, nazis, dictadores, explotadores etc.; y, por lo tanto, la actitud de la poquísima gente sensata y prudente, que alguna queda, es aplicarse aquello de que "uno es dueño de sus silencios, y esclavo de sus palabras"; es decir, evitar en lo posible todo contacto humano que no sea el estrictamente indispensable, e "ir al grano", con las justas, meditadas y mínimas palabras; pues el chivateo, la tergiversación de lo dicho, el soltar la primera "parida" que se le ocurre al otro interlocutor, el atribuirle manifestaciones que ni remotamente ha dicho, etc. es, lamentablemente muy habitual.

Y es que la envidia del mínimo número de personas de bien y de paz, que, menos mal, "haberlas haylas"; la carencia de la más elemental´" crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes, instrucción por medio de la acción docente, cortesía, urbanidad", suele brillar por su ausencia; de ahí deviene, entre otros muchísimos defectos el " resentimiento arraigado y tenaz" que tanto descalifica, personal y profesionalmente, a quienes tienen la desgracia de tenerlo; pues se ven totalmente despreciadas por sus semejantes, por esa actitud indigna de "hombres hechos y derechos", de "gentes de buena voluntad", de quiénes manifiestan públicamente sus creencias católicas, especialmente "en la calle", y que precisamente una de sus oraciones dice "perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden"?Mucha doctrina, mucha letra, y casi nula coherencia con todo ello; lo que desprestigia a quiénes así actúan como a la religión que profesan, por hipócritas.

Por cierto, quienes le damos "a la pluma" solemos tener unas preocupaciones, como es la educación y las relaciones humanas que la condicionan, por si sirvieran de reflexión a los "fieles" lectores que nos leen; lo que hacemos de buena fe, empleando nuestro tiempo "gratia et amore", etc; y, consecuentemente cuando una "firma", por lo que fuere, no está "en la onda" de algún lector de este diario, lo mejor, tanto para el firmante como para el lector, es pasar de ella, pues nadie está obligado a leerlo; lo que no es de recibo soltar una "riestra de afirmaciones" de las que se deducen rencor, mala fe, soberbia, menosprecio, etc., etc., etc., y más cuando ni se piden, ni se necesitan. Y es que también el lector debe esforzarse y procurar tener "empatía" con el "firmante"; pues la comprensión de lo escrito tiene que serlo en "doble sentido", tiene que existir "feedback", como enseña, algún profesor que otro, en las Facultades de Economía y Empresa, a los alumnos, y que los estudiosos y aplicados lo asimilan; pues, también ello se precisa y requiere entre docentes y discentes. Y "punto final". Y "hasta siempre", en lo que a este comentario se refiere y "demás". Por este firmante está todo casi dicho sobre este aspecto, y no quiere "revolver más", para evitar, entre otras consecuencias, malos entendidos, desafecciones, rupturas, etc. Lo más aconsejable, pues, es "mutis"."Arrieros somos y?.".