Hace unas semanas, este periódico clamaba: es la hora del Noroeste, en alusión a la vertebración, al fin, de movimientos políticos personificados en la alianza de los presidentes de Castilla y León, Asturias y Galicia. Esta misma semana dábamos cuenta del nuevo acuerdo empresarial de las provincias de Orense, Zamora, León y Salamanca, además del Principado de Asturias. En ambos casos, despoblación, envejecimiento y falta de recursos e infraestructuras sirven de espoleta para estrategias comunes cruciales para el futuro de todo el territorio.

El próximo domingo 31 de marzo llega el turno de la sociedad civil. La circunscripción geográfica de la convocatoria, en este caso, es más amplia, pero el fondo permanece invariable. "La España vaciada" tiene previsto desembarcar en la capital madrileña al mediodía. La iniciativa parte de dos plataformas con solera y años de lucha a la espalda: "Teruel Existe" y "Soria, ya". La provincia zamorana ha visto florecer movimientos similares en las últimas décadas, pero ese escaso sentido de lo colectivo, que tanto lastra a Zamora, ha llevado siempre al fracaso y al olvido de las plataformas surgidas bajo nombres similares a los de Soria y Teruel, más allá de concentraciones ciudadanas más o menos multitudinarias cuyos ecos se iban apagando mientras la provincia volvía, una vez más, al olvido.

La del próximo domingo debería ser la jornada de visibilidad de un colectivo largamente marginado. Justificadamente, la convocatoria se denomina "La España vaciada", no vacía. Vaciada por un conjunto de políticas antes, durante y después de la dictadura franquista, que han consolidado una profunda brecha entre los pueblos y las ciudades, políticas que subordinaron siempre al mundo rural en favor del desarrollo urbano, apoyado en los sectores industrial y de servicios.

Los pueblos se fueron vaciando, mientras se anegaban las tierras más fértiles para la construcción de las centrales hidroeléctricas que no variaron el paisaje de pobreza en el que se generaban los kilovatios que alimentaban las fábricas situadas a centenares de kilómetros de su lugar de origen, destino de los cientos de miles de trabajadores y sus familias que acabaron por emigrar, dejando atrás un panorama sin oportunidades, aislado de las principales vías de comunicación. Ese es el retrato de la "España vaciada", la que tiene la oportunidad de alzar su voz y hacerse presente, paradójicamente, en la ciudad donde viven muchos de esos emigrantes y sus descendientes.

Llama la atención, sin embargo, que, a solo una semana de la convocatoria, la presencia zamorana, alentada por el movimiento empresarial Zamora 10 que también se ha unido a la jornada, haya requerido hasta el momento la disposición únicamente de dos autobuses. Una Zamora que demostrado su capacidad de movilizarse desde aquella histórica concentración de 25.000 personas que contribuyeron a que el antiguo cuartel sea hoy sede universitaria, a la última, el pasado 8M, con más de 7.000 personas demostrando que aquí tampoco se da un paso atrás en igualdad de género, no puede tener una representación minoritaria en una convocatoria que aspira a hacer historia.

La voz de Zamora debe alzarse con la del resto de territorios vaciados dentro y fuera de Castilla y León porque está a punto de llegar a una situación de no retorno por culpa de las 3.000 personas que cada año se ven obligadas a dejar su provincia para buscar un empleo que aquí no encuentran. Los zamoranos no pueden olvidar que ese proceso, que solo ha beneficiado a unos pocos grandes núcleos de población, nos ha convertido en la segunda provincia más envejecida, de la que el 92% de sus municipios cuenta con un padrón inferior a mil habitantes. Solo 17 superan ese umbral que garantiza la supervivencia de la población, según el baremo que establece la Federación de Municipios y Provincias.

Además de la capacidad de movilización, Teruel y Soria nos aventajan en otros importantes aspectos. Las dos provincias junto a Cuenca son las únicas que cumplen con la clasificación que maneja la Unión Europea para ser consideradas Áreas Escasamente Pobladas. No importa que la densidad en algunas comarcas como la Alta Sanabria o toda la zona fronteriza de La Raya alcancen cotas de cinco habitantes por kilómetro cuadrado, inferiores incluso a las que se registran en Laponia.

Para la Unión Europea esa escala territorial no existe, y aunque el cambio corresponda tramitarlo a los responsables políticos, la sociedad civil debe mostrar su unidad para que la modificación sea una realidad para los próximos responsables gubernamentales. Para que el indicador de despoblación se incorpore como criterio prioritario en el reparto presupuestario de los Fondos Estructurales y los Fondos de Cohesión. Para que se reclame la aplicación efectiva de la recomendación del comité europeo de las regiones y el acceso a Internet, que determina ya el presente de provincias como Zamora en la exploración de nuevos nichos de empleo y en el desarrollo de los negocios ya en marcha, no estén condenados al fracaso de antemano.

Los expertos sociólogos y demógrafos incorporan a ese capítulo amplio e indispensable de necesidades a cubrir, la existencia de incentivos fiscales y, sobre todo un cambio de mentalidad adaptándose, precisamente al modelo europeo, donde las familias prefieren vivir en el campo y acuden a la ciudad a trabajar. Un cambio que se genera y se alimenta desde la sociedad civil.

Pudiera resultar para algunos un momento confuso, porque a esa convocatoria ya han anunciado su adhesión, como era de esperar en época electoral, partidos políticos que han tenido responsabilidad de gobierno y que concurren de nuevo a las urnas en pocas semanas. Pero eventuales oportunismos no pueden, no deben, apagar las voces de los auténticos protagonistas de la jornada que son, ni más ni menos, aquellos que sufren en primera persona su pertenencia a la España Vaciada.