No son las seis medallas conseguidas en total. No es que una sea de oro. No es que haya sido en dos disciplinas a priori tan complicadas para personas con capacidades distintas como ciclismo y piragüismo. No es el aplauso por el éxito de Elena, Gustavo y Alfonso, tres deportistas zamoranos de Asprosub pertenecientes al Centro Cristo de Morales de la Fundación Personas, nada menos que en los Juegos Mundiales celebrados en Abu Dhabi y en los que han representado a España. No es la satisfacción por los éxitos personales y la labor de equipo.

No es el reconocimiento de la mejor medalla a la labor de Asprosub desde su fundación en los años 60 y su salto cuantitativo y cualitativo bajo la presidencia de Patricio (Patri, como "padre") Santana, ese tipo grande, bueno y humilde al que cielo y tierra tanto le deben.

No son los resultados presentados por Caja Rural de Zamora en su balance económico del año 2018. No son los veinte millones de euros de beneficio. No es que éste se incremente en un veintiuno por ciento con respecto al ejercicio anterior. No es que el volumen de negocio de "nuestra" Caja haya aumentado un siete por ciento y supere ya los tres mil trescientos millones a pesar de la situación socioeconómica de nuestra provincia, o que el volumen de crédito nuevo suba un trece por ciento.

No es que por las manos de sus doscientos setenta y siete empleados, jóvenes y pronto más de la mitad mujeres, se gestionen ya uno de cada tres euros del mercado financiero de Zamora y merezcan la confianza uno de cada cuatro euros del ahorro de los zamoranos. No son los seiscientos millones concedidos a empresas, a las pocas medianas y muchas pequeñas que componen nuestro tejido empresarial. A autónomos. A emprendedores. A soñadores que quieren quedarse en Zamora y generar riqueza y empleo. No es que sus ratios de eficiencia y solvencia sean sensiblemente mejores que la media de todas las entidades españolas aquél o del doble de lo exigido por la normativa bancaria éste.

Todo eso son fríos datos -números aunque yo haya querido escribirlos en letra- importantes, relevantes, que muestran dos casos de éxito colectivo inesperado en una provincia pequeña, poco poblada, escasa de recursos y poco premiada por el paso de la historia. No, lo verdaderamente importante o -prefiero esta forma de expresarlo- lo trascendente, lo que va más allá de la mera fachada, es la convicción que ambas experiencias destilan de que hay que hacer aquellas cosas en las que se cree, de que ni unas capacidades distintas a las comunes ni un escenario a priori nada favorable son impedimento para ganar el pulso al destino que parece fijado en las estrellas.

Los retos existen para ser alcanzados, las barreras para ser superadas. Caja Rural, por sí y por la génesis socialmente impagable de Zamora10 y Asprosub, a través de todo su itinerario de acompañamiento, formación e inserción, nos regalan cada día a los zamoranos las medallas que, orgullosos y satisfechos portaban a su vuelta Elena, Alfonso y Gustavo. Por ellos y por nosotros.

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