Ya ni los refranes se cumplen. Hasta donde recuerdo, la primavera siempre ha tenido fecha de llegada a nuestras vidas, todos los 21 de marzo. Pues ya no. Estos tres últimos años, la estación de las flores ha entrado el día 20. No se trata de anomalía alguna. Resulta que estamos ante una situación absolutamente normal, porque a pesar de refranes y libros de texto, la primavera tiene un arco cambiante de fechas que se sitúa entre el 19 y el 21 de marzo. Que sea en uno de los días que conforman ese arco depende del camino que el planeta Tierra describa alrededor del sol.

Por cierto, con la llegada de la primavera el pasado día 20 a las 22:58 horas se produjo una situación a la que no damos importancia y eso que se repite un año y otro: la duración del día y la noche prácticamente coincidieron. Circunstancia que recibe el nombre de 'equinoccio'. El profesor Emilio del Río, alma de 'Verba Volant, y autor de 'Latín Lovers' un libro que recomiendo, seguro que nos explicaría que en latín equinoccio significa algo así como 'noche igual'. Otro tanto de lo mismo sucede también en el otoño.

Sabido es que las estaciones están invertidas entre los dos hemisferios. Mientras en el norte hemos celebrado, y no con mucho entusiasmo, la llegada de la primavera, en latitudes sur reciben al otoño. Volviendo a la primavera no está de más recordar que durará hasta el próximo 21 de junio a las 17:54 horas, momento en el que se producirá el solsticio del verano y la llegada del periodo más cálido del año en el hemisferio norte. La palabra solsticio también procede del latín y significa 'sol quieto'. Que Emilio del Río me corrija si me equivoco.

Esto de los equinoccios y los solsticios es apasionante. Parece algo tan normalito cuando en realidad deben producirse una serie de circunstancias que no siempre se repiten y que tienen que ver con los años bisiestos del calendario. Más cositas interesantes. En el presente siglo, la primavera más tardía nos sorprendió en el año 2003. La más adelantada se producirá en 2096. Los refranes, que son auténticos sacos de verdades, y si no que se lo pregunten a don Pancracio Celdrán Gomáriz, que recoge en su libro 'Refranes de nuestra vida', los también llamado 'Evangelios chicos', no siempre atinan en relación con este asunto de la llegada de las estaciones, fundamentalmente la primavera.

No es precisa su llegada para que la sangre se altere. No me diga por qué, vivimos con la sangre permanentemente alterada. A los sucesos de cada día le remito. Y esa alteración no deja disfrutar a quienes la padecen de estaciones en teoría tan bellas, por la aparición de las flores entre otras cuestiones, como la primavera. Quizá porque meteorológicamente la primavera puede empezar a disfrutarse a principios de año. Los eneros y febreros soleados, con un astro rey que empieza a ponerse pelmazo y a calentar, digo yo que serán los culpables de esa alteración sanguínea que a veces provoca tantos desaguisados que son noticia.

Estamos en primavera, bendita sea, y aunque en Zamora las mínimas son frías de narices, las máximas, con ayuda del sol, nos permiten ir despojándonos de algunas prendas de vestir que han sido fieles compañeras de los últimos meses. Tampoco hay que lanzar las campanas al vuelo no vaya a ser que esta querida prima, se revuelva añorando al invierno y nos fastidie esta estación, con parada y fonda, alimentando a las ya de por sí excesivas cosas de la primavera.