Dice la derecha que la izquierda ha instrumentalizado el feminismo y que, por tanto, no puede apoyar tal movimiento. De esa manera justifica su no presencia en las recientes manifestaciones. Es un burdo argumento similar al que utiliza la izquierda cuando dice que la derecha ha instrumentalizado el uso de la bandera de España, y que, por tanto, no puede hacer uso de ella y, si acaso, de hacerlo, lo hará a escondidas o porque el protocolo así lo exija.

Ambos argumentos no dejan de ser falacias que unos y otros se inventan para quedar bien con parte de sus respectivos electorados, cuando la realidad es que se puede, y yo diría que se debe, ser feminista con independencia de pertenecer a un partido o a otro, de la misma manera que se puede y se debe usar la bandera nacional sin complejos, cuando a uno le plazca, sin tener que pasar por ser un facha.

Pero, como los partidos son incapaces de dar un solo paso que no les sirva para ganar algún voto, pues dicen cosas como éstas que, debido a su vacuidad, muchos ciudadanos no aciertan a entender. Habría que advertirles que están jugando con fuego, porque la gente no se chupa el dedo y algún día llegaran a decirles que se vayan a hacer puñetas, porque habrán llegado a la conclusión que las cosas pueden arreglarse sin ellos - de hecho, ya estuvimos durante un año sin gobierno, de diciembre de 2015 a noviembre de 2016, y la verdad es que no se notó nada - o al menos desaparecerían las patrañas y las descalificaciones que protagonizan a diario, que solo contribuyen a alimentar a la bicha que permanece oculta en las verdaderas entrañas del poder, esas que no dan la cara, pero que se encargan de alimentar a los voceros de turno.

Lo deseable sería dejar que las aguas fluyeran por su cauce, dentro de lo que puede entenderse como cauce en un país democrático. Pero claro, para que todo pueda ser así sería necesario que todos colaboráramos, sin necesidad de pasarnos de la raya, como, cuando a propósito de la defensa de la igualdad de la mujer, alguien ha llegado a decir que no se puede tolerar que los hombres separen las piernas cuando van sentados en el Metro, y más si llevan un pantalón ajustado, por considerarlo un acto machista. Porque eso es pasarse un pelín, ya que una cosa es la mala educación o los malos modales y otra ir por ahí acosando o haciendo gala de presuntos atributos. Y es que lo mismo podría decirse de las mujeres cuando lucen generosos escotes, con canalillo hasta la cintura. Pero todos sabemos que eso no es así, ya que las féminas tienen el derecho de vestir como les venga en gana, haciendo uso de su libertad, y el varón, guste o no, también puede ponerse pantalón marca paquete. En ambos casos, unos y otras, no tienen por qué ir, necesariamente, pidiendo guerra, y "a más a más", en el caso de los hombres, no hay por qué suponer que estén protagonizando desmanes para ser calificados de nauseabundos machistas.

Hay también quien va diciendo que debe ser castigado aquel hombre que mire a una mujer con mirada lasciva. Pero claro ¿cómo puede saberse cuando la mirada es lasciva o libidinosa y no deberse a un estrabismo o a cualquier otro defecto en la vista? ¿Cómo puede diferenciarse una mirada machista de otra que no lo es? ¿Mirando de arriba abajo, o de derecha a izquierda? ¿O quizás con un ojo mirando a Roma y otro a Santiago? Un psicólogo decía el otro día que una mirada no resultaba suficiente para definir una expresión, si no iba acompañada de otros gestos y, en este caso, en el de los degenerados machistas, es fácil imaginarlos. Por eso, lo de encasillar a un individuo solo por la mirada es pasarse seis pueblos.

En esto, como en casi todo, más vale aplicar el sentido común y no pasarse de la raya. Baste recordar el juego de "las siete y media" en el que, si malo es no llegar, peor aún es pasarse.

Pues eso, que de la misma manera que hay que separar el trigo de la paja, es necesario también hacerlo entre la política y la justicia, y entre la religión y el Estado, pero, a estas alturas de la película, lo que no parece de recibo es tener que separar la ropa por colores.