Es cierto que se han perdido cuatro años que se suman a la desactivación del movimiento vecinal que Zamora sufre desde el primer gobierno socialista, con un después de favores y clientelismos durante el partido popular y, en el presente, el mutis por el foro del último gobierno. El cúmulo de propuestas desatendidas y la frialdad en el trato ha hecho crecer en los vecinos el sentimiento de que la administración los trata como enemigos, o peor, como si el gestor no hubiese sido vecino jamás.

También atravesamos un tiempo de pérdida de la tensión vecinal al experimentarse repetidas veces que la asociación no es el instrumento para intervenir; tras muchas reuniones el autobús va por donde diga el concejal y no por donde quiere la gente , como ha ocurrido esta semana.

Para el ayuntamiento y para los vecinos participar es un engorro porque no estamos acostumbrados a pensar que la ciudad es de todos, no de aldeas políticas, cofradías de peñas, o para los turistas. La ciudad es un ecosistema de convivencia cuya calidad la mide el nivel de decisiones que se toman en común. Un ecosistema que procura la idea de que la ciudad es de uno, que despierta un sentido de responsabilidad porque se participa con conocimiento en los debates necesarios para un éxito también compartido. No es fácil, pero, como es necesario y obligado y democrático, hay que afrontarlo con sagacidad.

Se han perdido cuatro años pero no se han perdido las asociaciones vecinales. Todavía no. O me resisto a ello. Yo ayudé a crear algunas. Hoy hay que conseguir que se recuperen porque son imprescindibles. A través de ellas debe construirse un tejido social no especializado. Aquellas que tienen motivación para poner en valor algo de la ciudad (ejemplo: Amigos de Baltasar Lobo) son asociaciones especializadas importantísimas para con un fin concreto. Pero las AA.VV. son asociaciones no especializadas para: la cohesión social, los objetivos populares y antena de carencias personales que deban ser reparadas por el ayuntamiento. La brea, el bache, el contenedor, no debieran formar parte de las preocupaciones de la asociación de vecinos. Eso se entiende que son necesidades de toda la ciudad ya que cualquier vecino puede disfrutar de espacios e instalaciones, o atravesar calles para ir a trabajar o pasear sin ser vecino del barrio, simplemente por vivir en Zamora.

Otra cuestión. No pueden ser subvencionadas. La subvención es un reparto tan equitativo como desigual porque no atiende las necesidades reales de cada asociación. La subvención es la caridad para mayor gloria del alcalde o alcaldesa de turno. Lo que debe de hacerse es una financiación por Proyectos. Proyectos que estas asociaciones de vecinos presenten y que se decida su aprobación por pertinencia, necesidad y deseo. Más la evaluación de los objetivos alcanzados. Priorizar los proyectos más oportunos en cada momento y garantizar la participación de todos en la concreción de los mismos, es el modelo a desarrollar. Y que una vez que se acuerde algo con los vecinos, y asegurada la financiación, sea obligatorio cumplir los plazos (sobraron 9 millones, nos dicen, ¿y Olivares en riesgo por colectores atascados?).

Hay que descentralizar las actividades y eventos, y desarrollar actos culturales, mercados, encuentros, debates, festivales, conciertos? en los barrios también. Y pensar en los niños, que también son ayuntamiento, y en la gente que no puede desplazarse, que también son de Dios. Claro que se puede llevar a cabo este modelo de participación vecinal, porque nos sobra dinero y solo falta voluntad. Esto sí sería buena gestión y no lo habido.

(*) Secretario municipal

de Podemos