Siempre que nos ponemos a pensar en la evolución de esta ciudad vamos en busca de amparo y por eso consultamos el Plan, porque en este documento se nos muestran las Leyes que rigen la construcción de la ciudad y nos pone ante la dura realidad. Aún así, las cosas no son tan simples. Porque la ciudad guarda secretos que no se adivinan a primera vista y solo la memoria ayuda para resolver conflictos que en principio no se entienden. Como ejemplo voy a referirme a situaciones que no se han originado desde el Plan. Del fondo de la memoria infantil saco la visión de la plaza de Claudio Moyano. Hace sesenta años era una plaza que parecía hermética con un solo acceso visible, y otro, semioculto, desde la plaza de Viriato. Su fondo estaba cerrado por un edificio de oficinas municipal, era un espacio más de la ciudad antigua delimitada por unos muros pétreos, sin ningún alarde arquitectónico. Era un espacio adicional que le salía a la Plaza, lugar sin rango en el urbanismo de la ciudad, solo como acceso de la iglesia de la Concepción y la Biblioteca. El Ayuntamiento decide derribar el edificio municipal, no tengo constancia del grado de premeditación pero, en todo caso, fue una decisión que suponía un aumento cualitativo de su valor urbano y que tenía todas las características de verdadero descubrimiento. Y es que el recién estrenado mirador originó una visión nueva de la riqueza expresiva de la ciudad, la que sobrevolaba sobre los tejados y la iglesia de Santa Lucía y el río hasta perderse en el horizonte. El cambio que ha sufrido ese espacio ha permitido que de la árida extensión que tenía haya pasado a convertirse en un verdadero enclave visual para atraer la atención de los transeúntes que cruzan su espacio.

Podía haberse aprovechado la experiencia y aprender a sacar otros recursos ocultos que guarda la ciudad, pero en el caso que describo a continuación, la voluntad municipal no tuvo en cuenta la experiencia y actuó de forma equivocada.

Fue en la plaza de Santa Eulalia, que estaba cerrada en su frente con vistas al río por un mercado, que creo recordar que se llamaba de La Cebada. El Ayuntamiento decidió tirarlo, pero en vez de aprovechar el espacio resultante como un amplio mirador, le adjudicó una edificabilidad residencial que se tradujo en unos bloques de viviendas que cerraron las prometedoras vistas hacia el río. El desaguisado permanece: un panorama de bloques de vivienda cierra el contorno de la ciudad apoyados sobre los zócalos de base amurallados, incluso dejando algunos muros ciegos que han condenado a sus ocupantes al suplicio de no poder acceder a ver lo que tienen detrás de sus habitaciones.En el caso de la plaza de santa Eulalia, el fallido mirador hubiese conectado visualmente con el espacio que se extiende a lo largo de la muralla y que los tratadistas lo llamarían "no-lugar" pues no tiene ni uso, ni provecho alguno. Junto a escombros y maleza están los restos de la iglesia románica de San Leonardo. Este espacio tan desconocido por el resto de la ciudad variaría sus expectativas si estuviese conectado con la trama urbana. Pero este acceso a la plaza se podría resolver con un túnel bajo los bloques que conectase con una escalera que bajase a la zona de San Leonardo. Pues ese espacio necesita accesos como el señalado y con una urbanización. adecuada. Actualmente su espacio está libre y su desarrollo lineal se extiende hasta la cuesta del Pizarro. En la situación actual con los bloques de vivienda construidos se podría habilitar el acceso a una escalera que bajase al nuevo parque que reforzaría su acceso a pie desde la calle Balborraz. Este parque lineal explicaría mejor la situación del edificio del Museo en relación con la base de la muralla. Los errores abren el camino a unas situaciones no previstas ,pero que pueden ser positivas para la evolución de la ciudad. Este parque lineal, en una franja de ciudad postergada, por usos y dotaciones, daría lugar a su puesta en valor por conectar con otro espacio peatonal que es del puente de piedra. Estos recursos de tipo parcial se pueden convertir en los complejos elementos que dinamicen la reordenación de estos barrios llamados bajos de la ciudad ,denominación propia de un tiempo pasado

Otro caso que trasciende de la letra del Plan, y más propio de un histórico absolutismo ilustrado es una actuación urbanística que fue como una reivindicación política del antiguo Régimen: la creación de la plaza de Castilla y León que por el título encandiló a la opinión pública ,y que aparecía como una gracia, un premio indiscutible. Pues ahí tenemos la triste realidad de un espacio que en la ciudad del pasado llamábamos jardinillo por sus justas dimensiones y que es en realidad un retranqueo para incluir un edificio impersonal y lo menos apropiado para presidir el nuevo escenario. Todo se logró con sacrificios de las viejas formas urbanas. Porque para ello se derribó una iglesia neoclásica en perfectas condiciones de conservación, un palacio vetusto pero que rehabilitado podría haber recuperado su empaque barroco y se rompió el tejido urbano en una operación que los italianos llaman gráficamente "sventramento" es decir despanzurramiento. El edifico barroco diseñado para tal suceso, presidía el espacio de plaza ,acompañado de un primoroso jardín. Un grupo de amigos habíamos formado una asociación, Aceña Cultural, para la defensa del patrimonio del pasado de la ciudad. Porque fue una época en la que el Régimen imponía sus decisiones con total desparpajo. Todavía guardo un artículo en el que defiendo respetar la integridad del Mercado de Abastos porque se rumoreaba sobre posibles alternativas para sustituirlo. Teníamos que movernos. Como yo conocía al director general de Patrimonio, que había sido profesor mío en la Universidad fui a verle a su despacho en Madrid .Y las razones que me dio fueron las siguientes. "Entiendo lo que pedís, pero llevo una temporada que se me vienen presentando regularmente, el gobernador civil, el alcalde y algún catedrático y ya me tienen hasta el cogote. Esto es lo que quieren tus paisanos, pues allá ellos. La verdad es que el político no quedaba nada bien, aunque nadie discutiese que fuese un autor reconocido por sus libros de arquitectura. Pero el caso daá que pensar. Y es la forma de gestionar el urbanismo en una pequeña ciudad. La ciudad estaba ajena a cualquier decisión y ni se consideraba cualquier diferencia con la mantenida por los mandamases de turno.

Otro episodio que refleja la vulnerabilidad del tejido urbano de la ciudad histórica es la desaparición del bloque residencial que existía en la Plaza Mayor en donde se integraba la mole románica de la iglesia de San Juan y que completaba la figura rectangular de la Plaza. Parece que había la opinión de un arqueólogo de que la iglesia debería quedar exenta. Cuando todos pensábamos que ese bloque se recuperaría después de haberlo demolido se hace un concurso que se traduce en la decisión de no hacer nada. Ya no hay plaza con una forma geométrica regular. Lo de ahora es un espacio en donde la iglesia da las espaldas a la explanada, y únicamente quedan los dos edificios de Ayuntamiento guardando la compostura de la frustrada plaza. Aparece un contorno de forma irregular de una trama urbana sorprendida por haber perdido la pantalla que formaba un lado del rectángulo de la plaza. Tal vez algún historiador de Arte se haya felicitado por haberse recuperado la forma autónoma de la Iglesia, pero se ha ignorado la ley que prioriza la arquitectura de la ciudad .