Un elemental aspecto de la educación y, consecuentemente, de lo que es ser ciudadano; por lo tanto, a tener en cuenta en las relaciones entre gentes civilizadas, que se dicen cultas y con "estudios", más si cabe; es respetar a sus congéneres como a ellos, asimismo, desearían que les respetasen; respecto a todo tipo de sentimientos, de opiniones, de actividades legales, etc., pues la libertad del ser humano conlleva, entre otros aspectos, el expresarse libremente, con el respeto y consideración debida a la dignidad del ser humano, con fundamento, motivadamente y siempre, faltaría más, con el respeto exquisito, exigente y riguroso, al marco legal; precisamente expresión de la voluntad popular, a través de sus representantes legítimos que configuran el poder legislativo; y que, en parte, constituyen normas de convivencia que facilitan y encauzan las relaciones humanas de todo tipo en un determinado ámbito territorial.

No respetar el pensamiento ajeno, por que no se comparta, en un Estado libre y democrático, evidencia la nula calidad humana de quiénes así proceden, su falta de empatía, como de la más elemental carencia de "instrucción, cortesía, urbanidad"; y sí, una actitud totalitaria que supone " controlar coactivamente las relaciones sociales bajo una sola ideología oficial", como lamentablemente se da cuando se quiere imponer un "pensamiento único", pensar que lo que uno opina sobre lo que sea, "va a misa", descalificando al que así no lo corrobore o actúe en esa línea, etc., muy propio del nazismo, de la doctrina comunista y soviética, de los nacionalismos, de los populismos, y demás doctrinas políticas de tales "pelajes".

Si, por ejemplo, nos referimos al uso de elementos representativos como la bandera de España, cuando se manifiesta, por ejemplo, en un alfiler, un pisacorbatas, una calcomanía, etc., que cualquier español pueda llevar, si ese es su parecer; habrá que admitir, sin ningún género de dudas su proceder, y menos incordiarle y recriminárselo; más bien, al contrario, es ejemplo y estímulo para los españoles bien nacidos, para ostentarla también. A dichos sujetos, que además se meten en vidas ajenas y en lo que no les importa y va con ellos, hay que hacerles frente, con valentía, sin complejos, sin callarse, pues en el fondo suelen ser unos cobardes, ignorantes, disminuidos psicológicamente, etc., etc., etc.

Como en un Estado social y democrático de Derecho, como es España, según manifiesta la Constitución de 1978, todo ciudadano debe conocer y respetar la Ley, como la 39/1981, de 28 de octubre, por la que se regula el uso de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas, pues según artículo primero"? simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución". Y además recordemos lo previsto en su artículo décimo: "Uno. Los ultrajes y ofensas a la bandera de España y a las contempladas en el artículo 4 del presente texto, se castigarán conforme a lo dispuesto en las leyes. Cuatro. Sin perjuicio de la responsabilidad en que incurran los autores de las infracciones de lo dispuesto en esta ley, lo establecido en el artículo ciento veintitrés del Código Penal o trescientos dieciséis del Código de Justicia Militar?".

Todo español "de pro" debiera disponer de nuestro símbolo por "excelencia" y llevarlo en cualesquiera de sus plasmaciones, en algún momento, quizá en los más significativos para su vida y persona, con lo que demostraría públicamente su respeto a la ley y su cariño a España y a los españoles; y muy especialmente quienes tienen el honor de formar parte de la milicia y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Ley Orgánica 2/1986, que en sus Academias, cuando se han formado profesionalmente, de una manera muy especial, se les ha enseñado a amar la enseña patria y a defenderla, hasta con su vida; como sucedió cuando tantos fueron asesinados por los terroristas vascos, lo son por delincuentes criminales, o por los islamistas radicales en las misiones en el extranjero, como esto último nos lo recuerda la placa colocada, en su memoria, en la fachada de la Subdelegación del Gobierno de Zamora.