Es difícil integrarse en el concepto valor siendo comentario vencido de la ofensa y el prejuicio. Hay vocablos intangibles entre sí, más de los que nos imaginamos.

Desde hace tiempo vengo observando que muchas personas se cohiben al hablar de ciertas cosas. Igual es buen momento para hacer ciertas consideraciones.

Somos dueños de nuestros sentimientos y debemos poder mostrarlos sin ningún tipo de pudor. Sean de la índole que sean... Cada persona es la calma de sus convicciones: nos guste o no. Creo que la comprensión es una gentil promesa de concordia, que además de suavizar el pelaje de la sociedad, anima a permutar el miedo por valor. No, la mala educación no llega a ser ni desahogo; por lo tanto nadie se debe rendir a ella, y mucho menos cerrar la boca por miedo a los temperamentos derivados de la misma. Ya, ya sabemos que muchas veces vienen contraídos entre brotes de histeria. Pero bueno, es obvio que en el fango de la mala educación adolece todo, lo importante es saber tomar distancia y no dejarse intimidar.

La vida se rompe con la muerte, demostremos durante nuestra existencia la valentía para hablar de nuestros sentimientos sin miedo. No, lector, no espere a estar muerto para defender su experiencia con la vida. Es aquí y ahora...

Pienso que somos la consecuencia ilógica de la tendencia. Sí, a veces es imposible compenetrarse con ella, pero tampoco debemos silenciarnos. A diario vemos muchos gestos retorcidos, pero también los vemos amables, sepamos elegir en la alternativa y ser réplica de valor.

Por cierto, durante el fin de semana, conservando las raíces castellanas, he ido a comer un cocido a un precioso pueblo. Al finalizar, pusieron música popular; casi siempre suele ser un viaje al pasado. Con el atardecer casi encima sonó un pasodoble; después de un cocido los sentidos andan a su aire, la mayoría salimos a bailar. ¿Y a qué no saben que canción pusieron después del pasodoble? Nada más, ni nada menos que "Y viva España" de Manolo Escobar". Yo, sujeta al recuerdo de las verbenas de mi juventud me vine arriba y canté, vamos que canté... De regreso, en el coche, ya con las manchas de la noche al lado, me dijo mi amigo Salva: "En los pueblos lo español no está sujeto a censuras". Aún tengo en mi pensamiento su frase y la guardaré para darle el color oportuno a lo largo de la vida.