Celebrar la Pasión y la Muerte de Jesús dentro de cuarenta días, tendría que ser para un cristiano un recuerdo peligroso, porque seguir a Jesús conlleva compartir su destino y ese no es otro que entregarse hasta dar la vida por los demás. Implica denunciar las estructuras injustas que destruyen o anulan a las personas y asumir la posibilidad de cargar con la cruz. Porque para llegar a la Resurrección hay que pasar por la Cruz.

En este contexto tenemos que situar la pedagogía de la Cuaresma que hemos iniciado en estos días: el ayuno para ser conscientes de quienes son los necesitados en nuestro mundo, la limosna para compartir nuestros bienes con los pobres, la oración para vivir la alegría del encuentro con Dios.

De la misma manera, el Evangelio de las tentaciones de Jesús nos invita a centrar la reflexión de este primer domingo cuaresmal. El fue tomando conciencia progresiva de cuál sería su misión y su destino y en este texto se muestra, que como uno de nosotros, experimentó las debilidades y las flaquezas. El poder, la fama, el éxito son las tentaciones de cualquier ser humano que nos alejan de Dios y de los demás. Por tanto, no podemos ser ingenuos y vivir de cualquier manera. Jesús no se dejó tentar y así pudo afrontar bien su misión.

¿Cuál puede ser tu tentación hoy? Hay muchas personas que viven la vida de forma rutinaria y apática de modo que les da igual cuaresmas, pascuas o navidades. Ante esta tentación Jesús nos invita a pararnos, a descubrir qué camino debemos elegir y cuáles son los retos que como cristianos tenemos que abordar en el mundo.

Para ello desterremos de nuestro vocabulario expresiones como "esto es como siempre", para vivir el "conviértete y cree en el Evangelio". Conviértete porque siempre hay algo que cambiar en tu interior y creer para dejarte sorprender por Jesús, fiarte de Él.

La Cuaresma es un tiempo privilegiado para no echar en saco roto la gracia de Dios. No valen todos tus buenos esfuerzos e intenciones sin esa presencia del Espíritu que llevó a Jesús al desierto, es decir, plantéate ¿qúe puedo hacer sin ti Señor?

Ojalá que este camino hacia la Pascua te ayude a crecer en autenticidad, a vivir con más profundidad y a estar dispuesto a asumir las cruces de cada día. Ánimo.

"Jesús fue empujado por el Espíritu al desierto durante cuarenta días." (Lc 4,1-2)