Así es como éramos las mujeres en el pasado y, desgraciadamente, así es como somos las mujeres en el presente. Mucho me temo que seguiremos siendo dúctiles y maleables en el futuro. Antes porque nos dominaban y nos manejaban los hombres. Sin ellos éramos poco menos que un cero a la izquierda, vivíamos en una sociedad patriarcal. Ahora porque nos manejan o quieren manejar otras mujeres, unas siglas y un progresismo mal entendido que, no me diga la razón, siempre dicen que es de izquierdas.

No había nada mejor que hacer en España y en Zamora que salir a la calle con bandera incluida y un color absolutamente desafortunado que algunas han llevado incluso en la ropa interior como queriendo de esa forma reafirmarse en lo que insistentemente les han dicho que se reafirmen. Yo me reafirmo en mi libertad, en mi independencia, no en la que me quieren imponer con gritos y consignas que lejos de hacerme libre me encadenan a una forma de pensar, de hacer y decir.

Me horroriza todo lo que está ocurriendo políticamente con este asunto. Me horrorizan los de 'a favor' y los de 'en contra', me horroriza que no nos dejan manifestarnos conforme a nuestro pensamiento, a nuestra manera de ver las cosas. Nada individual, todo colectivo. El rebaño se maneja mejor que a las ovejas díscolas. Con la particularidad de que a este bombardeo se apuntan incluso quienes siguen consignas o van buscando su propio provecho o el de la asociación que representan. Y algunos políticos sin enterarse de lo que vale un peine.

En algunos aspectos se está invitando a la mujer a perder su dignidad. Tomen nota las políticas a izquierda y derecha. Ha habido gritos y comportamientos indignos, no hablo ya de mujer o de hombre, indignos de un ser humano, de una persona. Ahora se prefiere a la gente antes que a las personas. No me extraña, ante tanto lavado de cerebro que empiece a ver reacciones contrarias. Todos quieren pescar en las aguas de la mujer. Todos quieren sacar el pez más rentable y nosotras, tontas del haba, casi todas, a dejarnos llevar por una corriente que no es la que nos llevará a puerto, al puerto mejor y más deseable.

Lo confieso abiertamente, a diferencia de Letizia Ortiz que dejó ayer su agenda en blanco, yo me declaré en huelga a la japonesa, trabajando más que nunca. No quiero que las mujeres seamos una imposición. Quiero que alcancemos metas por nuestra valía profesional y personal. No quiero ser un número pero tampoco quiero ser parte de una cuota. Valgo, subo, No valgo, me quedo donde estoy. No voy a la contra. Sólo quiero ver un poco de sentido común. Cómo no voy a estar a favor de las mujeres. Cómo no voy a reivindicar nuestro papel en la vida y en la historia. Pero no en volandas en unos casos y transportada en otros por la razón de la fuerza. Quiero que se imponga la fuerza de la razón que es algo bien distinto.

Conmigo que no cuenten, tampoco lo hacen, para considerar a los hombres terroristas. Lo son los de ETA, Grapo y FRAP. Los que han asesinado vilmente a sus parejas, son asesinos y para ellos sólo quiero la paz de sus celdas en prisión permanente revisable. Aunque, francamente, para los asesinos de mujeres, no debería haber revisión que valga. Por eso no hay que ofender gratuitamente al resto de hombres. No hay que cosificarlos, no hay que ponerles la letra escarlata, 'M' de macho, como si todos estuvieran sujetos a comportamientos deleznables.