Con la evidente escenificación, y fallida concentración en Madrid ( 45.000 manifestantes, divididos entre las tres derechas, de todas las derechas posibles de nuestro País) así como el comportamiento que han mantenido frente a los progresos que cambiaron (para bien) la vida de nuestros conciudadanos, han pretendido echar abajo la reconstrucción del estado de bienestar con una trifulca callejera en la Plaza de Colón, intentando recuperar la España anticuada de hace 40 años en la Plaza de Oriente. Ahora todas estas derechas, unidas a los independentistas, ya han conseguido rechazar los Presupuestos Generales del Estado que proporcionaban continuidad a los avances que determinaron la modernización de España.

Por lo tanto, es necesario pasar a limpio y aclarar algunos comportamientos de los responsables políticos, sociales y económicos, así como de las asociaciones que estos representan, llámense partidos políticos o corporaciones económicas.

Conviene recordar que estas derechas han permanecido sistemática y contumazmente en contra de las decisiones de los Gobiernos socialistas, como por ejemplo la ley de despenalización de la interrupción del embarazo; se opusieron a la ley del divorcio y en contra de la ley del tabaco y la de independencia; también de la ley de violencia de género; del matrimonio entre dos personas del mismo sexo etc.. Ahora están en contra del salario mínimo interprofesional, contra la subida de las pensiones, contra la ayuda a las personas con dependencia. En contra del UBA, sanidad y educación respetable. Contra los presupuestos aceptados por los autónomos. Están en contra de quitar el ""impuesto al Sol", en contra de la paga a los parados de larga duración de más de 52 años; contra los bonos sociales para el agua, la luz y alquileres. Por si fuera poco, estas derechas están en contra de ampliar las becas para que nuestros hijos y nietos estudien, y en contra de un plan para que los jóvenes españoles que se vieron obligados a emigrar, tenga la posibilidad de regresar a su País.

Todo este relato viene a cuento y como contraste con lo que hoy piensan y sienten la mayoría de los hombres y mujeres de España, que de acuerdo con el mandato constitucional, deseamos fervientemente la solución a los difíciles problemas de una parte de la los ciudadanos, los mas desfavorecidos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, de manera que reciban el aliento, los principios de la convivencia pacífica y la solidaridad.

Ya sabemos que quieren los independentistas: la independencia. Pero ¿a que juegan las derechas españolistas?, ¿que se proponen?. Ya nos lo dirán durante las diversas campañas electorales. De momento el Presidente ha convocado a todos los españoles para elecciones legislativas dándole la palabra a la ciudadanía.

Quizá también sea un buen momento para recordar que Pedro Sánchez ha presidido el Consejo de Ministro, producto de una moción de censura por supuesto democrática y constitucional, ante la pasividad de Mariano Rajoy que no convocó elecciones a pesar de los graves problemas y condena del Partido Popular por corrupción. Durante esta legislatura hemos podido evidenciar, una vez más, el comportamiento de las derechas y la falta de cultura democrática. Hemos escuchado, con indignación, al jefe de la oposición señor Casado, eso sí con una sonrisa perdurable, acusar al Presidente como "el mayor felón de la historia democrática de España", que es el causante de "lo más grave que ha vivido la democracia española desde el 23 F", incluso ha llegado a comparar a Pedro Sánchez con "un presidente que comete delitos de narcotráfico". Como insultos "menores" ha tildado al Presidente de: "irresponsable, incapaz y desleal que está cometiendo alta traición contra los intereses de nuestro país", además de "mentiroso compulsivo". También de Presidente ilegítimo, demostrando, una vez más su ignorancia política.

Ya conocen los ciudadanos que las derechas, estas derechas, en vez de ofrecer proyectos y programas, ofrecen insultos e improperios. También es sabido que el insulto es el último desparpajo dialectico que se utiliza para infamar y desgastar la personalidad del rival, eso sí, cuando los argumentos de la razón han fracasado.