Me refería en el anterior artículo al proceso de cambio que afectó a esta zona central de la ciudad, comprendida entre la Plaza Mayor y la puerta de Santa Clara y de como se produjo su trasformación para dar paso a nuevas tipologías en sus uso residencial y de comercio. En el resto del espacio que seguía considerado como central, situado entre la Plaza Mayor y la Catedral, es más patente la huella histórica de la ciudad. Pero a diferencia de la zona descrita, no contó con el mismo impulso renovador del nuevo sector comercial y fue sistemáticamente desatendida a lo largo del siglo. Esta zona que podríamos denominar fundacional de la ciudad, pues conservó la traza medieval y en ella tuvieron asiento los poderes civiles y eclesiásticos de la ciudad en el pasado.

Solo en el caso eclesiástico, se mantienen vivas las señas de su poder en las dos piezas monumentales que son la Catedral y el Palacio del Obispo. Estos monumentos. junto con el Castillo, que es una huella testimonial del poder real, convierten este sector en un conjunto privilegiado por la densificación de su significado histórico y monumental para la ciudad. La imagen de este conjunto un paisaje mil veces repetido y prendido en el ser más íntimo de los zamoranos, es el símbolo primero entre todos los de la ciudad en sus tiempos pasados y lo será en todos los futuros posibles de esta ciudad. Tan importante es este conjunto que, aunque haya sido testigo y víctima de actuaciones que la ciudad tomó por negligencia o ignorancia, no ha significado merma alguna de su valor simbólico. Contrastando con este enclave tan significativo y en un forzado encuentro,el tejido de la ciudad se despliega en un caserío de edificaciones y viales ,hasta llenar los espacios delimitados por las murallas. Es una zona de uso residencial que, en su momento, debió ser dedicada para las viviendas del personal de la curia eclesiástica ,y predominantemente ocupada como conventos de clausura. Los conventos han ido abandonando los emplazamientos, dejando vastos solares libres.Todo ello es un síntoma del poco valor que ha alcanzado esta zona en una catalogación con fines especulativos. Ha habido alguna actuación, aprovechando la edificabilidad que los grandes solares abandonados se han atribuido. Son actuaciones que responden a los esquemas que la promoción inmobiliaria ha desarrollado de crecimiento en manchas en zonas exteriores de la ciudad, y condicionadas por la mera contigüidad con las zonas consolidadas.

Para equilibrar este desfase entre esta parte de ciudad, digamos histórica, y la que se había actualizado en el siglo pasado,se hubiesen requeridos medidas del alcance suficientes para detener este proceso de deterioro que parece no afectar a la ciudad y a sus responsables políticos. Como única respuesta se promueven una serie de proyectos para proporcionar equipamientos especiales para la ciudad tales como como el Museo Etnográfico, la Biblioteca del Estado,el Archivo Provincial, el Consejo Consultivo...Todas ellas con la vista puesta en la dinamización de una zona que no parece encontrar el papel que dé plena satisfacción en el desarrollo de vida de sus habitantes. Mención aparte es el caso de los trabajos de restauración llevados a cabo en el Castillo, y que se han centrado en la recuperación de los restos arqueológicos, pero evitando su posible papel de equipamiento para la ciudad. En su pasado todavía recuerdo a los alumnos de Artes y Oficios que tenían allí su Escuela y que, a la salida de clase, lo hacían tumultuosamente. Era un que contraste con la presencia recatada de los canónigos inmersos en su Libro de Horas.

La Zamora histórica languidece, siempre la hemos visto descuidada. Todavía recuerdo en mi juventud que, llegando a la zona de la Catedral, nos causaba sorpresa que el empedrado normal en las calles de la ciudad desaparecía, lo que se veía era una capa de asfalto,con unos bordes desgastados. Es duro afirmar que la ciudad la ha tenido en poca consideración.Pero hay que buscar los antecedentes que han podido fijarse en el inconsciente colectivo y así perpetuarse. Hagamos memoria: el espectáculo que ofrecía el encuentro entre la zona monumental y la ciudad era deprimente porque esta presentaba un frente de viviendas muy modestas y unos corrales cerrados por tapias. Alguna inquietud debían sentir en el Ayuntamiento porque echaron mano de restos de ruinas como unas columnas y un pórtico renancentista para trasladarlo allí como unos muebles en casa del rico.Y así han pasado cincuenta años.

Se necesitaba un reformatorio para jóvenes descarriadas ,y allá van a construir en un solar enfrente de la Catedral. Todo este pasado lo guarda la memoria de la ciudad. Se encarga un edificio todo lujoso del Consejo Consultivo y para que no altere el triste cariz que tiene el entorno se le encierra dentro de unas tapias que renuevan las centenarias que existieron. Si estos espacios reciben escasa atención por parte de los ciudadanos, ¿Cómo se entiende que el Obispado venda unas dependencias de la Catedral, y lo primero que hizo el nuevo propietario fue poner un bar de copas que por la noche, alumbraba la lúgrube explanada con su luces rojas? No sé lo que duraría el nightclub porque ahora el Ayuntamiento lo ha alquilado como sala de exposiciones dedicada a la obra de Baltasar Lobo.