En las campañas electorales que se nos vienen encima, vamos a tragar lenguaje inclusivo en las sopas y los sopos. Irene Montero, 'portavoza' de Podemos ha amenazado. "Vamos a feminizarlo todo". Sin pasarse, por favor. Algunas feminizaciones suenan fatal, El añadido del femenino resulta chocante, cuando no hay por qué añadirlo. No se es más mujer, ni más femenina, ni más feminista, ni más importante, ni se nos tiene más en cuenta, por arpegiar con ese lenguaje que nos están metiendo con calzador, el pentagrama nuestro de cada día.

Apueste lo que quiera a que la lucha por captar el voto feminista e incluso el voto femenino, está servida. Estimo que las feministas ya están captadas. A las que hay que llevarse al huerto es a las femeninas, que son las que están hasta el moño y la moña de lenguaje inclusivo. Las que no se sienten ni más ni menos, porque las llamen la Juez, que suena mejor que jueza o la médico que suena mejor que médica. Partidos políticos hay que lo tienen más crudo que otros. Por ejemplo, Izquierda Unida que para mí siempre tendrá en Paco Guarido a su mejor representante, los demás no cuentan. Cuando Garzón se refiera a su partido en cualquiera de sus arengas, se verá obligado a decir aquello de "compañeros y compañeras de Izquierda Unida e Izquierdo Unido". A ver. En el Partido Socialista ocurrirá otro tanto de lo mismo "compañeros y compañeras del Partido Sociolisto y Partida Socialista" Y en Podemos están en la obligación de referirse también a 'Podemas'. Y a ver quién puede más.

Ciudadanos y Partido Popular lo tienen un poco mejor. Pero sólo un poco, porque si les buscamos las vueltas, las encontramos. Bien por la paridad, pero que no impongan mujeres que no valen para nada, por rellenar el cupo. Estimo que los votantes no van a perdonar, y hablo de Zamora, la presencia otra vez en listas al Congreso y al Senado de según qué nombres que no han aportado nada. Y eso tiene dos géneros, masculino y femenino. Algunos y algunas piensan o creen, que los que aquí nos quedamos no nos damos cuenta de la cruel realidad. Anden ellos calientes, y cabréese la gente, si se me permite la licencia. Algunos y algunas deberían irse ya. Lo pueden hacer tranquilamente porque se tienen asegurado el máximo en la pensión de futuro que otros tardan 41 años o más, para conseguir la mínima.

Habría que dale menos importancia al lenguaje inclusivo y hacer hincapié en otros aspectos mucho más importantes en los que la mujer necesita la inclusión de verdad. En el hogar, la mayor parte de las tareas recaen en las mujeres. La cosa debería repartirse al cincuenta por ciento, como la crianza y educación de los hijos. Pero, ¡ojo!, no hay que generalizar, porque son muchos los hombres que tienen asumido ese rol y lo ejecutan. Quizá no tan concienzudamente como las mujeres, pero ahí están, tratando de no morir en el intento.

Estoy a tope con mis congéneres, pero también apuesto fuertemente por los hombres. No todos son esas malas bestias que algunos sectores del feminismo quieren hacernos ver. Hay hombres maravillosos, que dejan huella, basta una conversación, aunque sea por wsspp, para darse cuenta. Emilio del Río es el mejor ejemplo. Madre mía, lo que nos queda por escuchar y aguantar a lo largo de los próximos meses. Lo curioso del caso es que algunos de los que apuestan por el lenguaje inclusivo con determinación, lo hacen cara a la galería, porque en la intimidad, si te he visto, no me acuerdo.