Los corresponsales en España de algunos relevantes periódicos extranjeros se han lanzado a aventurar el riesgo territorial que España asume con el juicio al procés. Con todos mis respetos por lo que opinen o puedan dejar de opinar sobre la cuestión catalana, la realidad se aleja de lo que emiten sobre ella en onda corta una francesa, un inglés o un americano, que como sucede a veces con los periodistas elucubran sobre unos hechos y se distancian de otros que ayudarían a interpretarlos.

Una de ellos, la corresponsal de "Le Monde", sostiene, por ejemplo, que no es un "juicio normal", porque, al contrario de lo que sucede con los políticos imputados en casos de corrupción, a los dirigentes catalanes del procés acusados de rebelión los han votado dos millones de catalanes. ¿A los corruptos enjuiciados del PP y del PSOE los votaba media docena de españoles? ¿Acaso eximen de delito los votos? ¿Dónde? ¿En Francia? ¿En el Reino Unido? ¿En Estados Unidos?

Otro de los reparos son a las medidas cautelares de prisión durante tanto tiempo, habiendo como hay posibilidad de mantenerlos bajo vigilancia y que se pueden fugar igual que hicieron Puigdemont y algunos de sus compinches. Sostienen, además, que al Estado español le perjudica que Vox, un partido, ejerza acusación particular e introduzca la política en la causa. Es posible, ¿pero hay forma de impedirles que lo hagan?

Coinciden en que el interés de la prensa extranjera está puesto en la derrota presupestaria, pero nadie habla del blanqueo que ha supuesto para el separatismo negociar las cuentas de España con quienes tienen a sus líderes sentados en el banquillo por rebelarse contra ella.