Hace unos días escuché en un programa de radio esta frase atribuida al famoso físico Albert Einstein de que "es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio"y me pareció que podría contener reflexiones interesantes sobre lo mucho que nos está ocurriendo y del comportamiento tan irresponsable por parte de una clase política española. Empecemos definiendo qué se entiende por prejuicio, que según la RAE es: "Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal".

En la definición se incluye la palabra tenaz que posiblemente es la que hace tan difícil destruir la fuerza de un prejuicio que, además, siempre es desfavorable o negativo. Una forma de romper o disminuir un prejuicio es aplicar la racionalidad apoyada en la información real e independiente. Es el único camino.

Pero el otro elemento que complica lo dicho anteriormente es el fuerte contenido emocional que conlleva. Para la persona que tiene un prejuicio, éste constituye algo importante, algo en donde se apoya su personalidad e identidad básica. La persona puede incluso definirse a sí misma en función de ese prejuicio. El asumir un cambio implicaría reconocer que estamos equivocados en un asunto básico de nuestra vida y personalidad. Y a nadie le gusta estar equivocado, especialmente en un tema que ha sido tan importante en su vida.

El perjuicio anida mejor en el simplismo personal que no siempre va ligado a nivel cultural o ideológico. Supone falta de reflexión o seguidismo simplista que nos lleva a asumir una definición no madurada o transmitida por terceros a los que posiblemente hemos dado una valoración personal o social exagerada. También mucha gente se queda tranquila con sus prejuicios pues ya no necesita asumir la responsabilidad y el trabajo de la reflexión personal.

Los prejuicios invaden todas las esferas de la persona tanto en los entornos de su vida privada como pública ya sea en lo referente al pensamiento, opiniones y de decisiones de todo tipo. Con ello debemos convivir y a la vez luchar con honestidad.

El problema está en que ciertos sujetos que ocupan una posición de poder pueden usar en su interés esta cualidad humana en benéfico propio y esto sí que lo estamos viendo en este país en estos momentos tan tensos.

En España hay ciertos prejuicios de libro como es el uso de la bandera española que muchos ciudadanos no somos capaces de levantarla con orgullo debido a la manipulación que se ha hecho de ella en la reciente historia de España. Otros la manosean en exceso y consideran que representa a los verdaderos españoles excluyendo otras sensibilidades y opiniones y seguro que ninguno posee la verdad.

Por eso, en estos momentos tan decisivos, no digo que se quiten los prejuicios de la cabeza de todos, porque sé que es imposible, pero sí al menos se trate de analizar los hechos y se busque información independiente y contrastada de una realidad que siempre es compleja. Y por favor, no creamos a los salvadores de la patria.

(*) Miembro del Foro Ciudadano

de Zamora