¿Quién no ha vivido situaciones en las que ha pensado que el genial director de cine Berlanga se queda corto? Pues eso está pasando una vez más desde que empezó este año electoral en las instituciones zamoranas como el Ayuntamiento de la capital y la Diputación, que el Partido Popular se ha empeñado en convertir en un plató auténtico de su famosa película "La Escopeta Nacional".

Los zamoranos siguen preocupados por el paro, las pensiones, la despoblación, la sanidad y la corrupción política.

Pero los gobernantes de la Diputación, en lugar de abordar los trenes perdidos; los pueblos sin médicos y falta de oncólogos; la bajada del paro porque se van los jóvenes, no por el aumento del trabajo; la falta de niños, docentes y escuelas; los ridículos precios de productos agrarios a los "genuinos" agricultores; la fauna salvaje en expansión y la ganadería en reducción; los incendios en verano y la tristeza de la soledad en invierno? En lugar de estar preocupados por los problemas reales de Zamora, los más ardientes debates en la Diputación son sobre los toros, la bandera y el himno nacional, el alcalde de Valladolid y los independentistas de Cataluña con manifestación incluida para echar al Presidente del Gobierno.

Y los ganadores no gobernantes, o sea, la oposición del PP en el Ayuntamiento de Zamora, está preocupada a su vez por lo mismo: caza, toros, Venezuela, también el alcalde de Valladolid y los independentistas de Cataluña para echar al Alcalde de Zamora además de al Presidente de España.

Nada distinto a otros periodos electorales de "sexo, mentiras y cintas de vídeo", aunque esta vez con el PP espoleado porque el líder de Vox viene a galope tendido pisándoles los talones y con la escopeta cargada. Porque esos sí que saben cazar y cazar votos, y pescar en el río revuelto de las derechas, donde la valiente y sin complejos le hace la competencia con la vuelta a la escopeta nacional y la "España de Charanga y Pandereta" de Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno.

"Bienvenido Míster Marshall" también se ha colado en el plató de la Diputación, tras el anuncio de que vuelven los militares a Monte la Reina. Esta vez los dos partidos, PP y PSOE han echado el resto para recibir, ¡perdón!, para protagonizar esta llegada que nos puede sacar de la despoblación con casi dos mil personas viviendo en barracones, cuarteles o en casas de las localidades cercanas. Todos compitiendo por ser los primeros, los mejores y los únicos en subirse al balcón para recibir a los bienvenidos "Misters soldados". ¡Ay, qué entrega! si no fuera porque nadie se pelea por el pequeño detalle de poner los cien millones de euros que cuesta el arreglo de lo que un día fue campamento de verano cuando la mili era obligatoria. Pues de esto se habló en la Diputación porque el secretario del PSOE no había llevado a su Presidenta ni al Alcalde de Toro a una reunión con foto en el Ministerio. "Como Presidenta vuestra que soy, os pido una explicación y me la vais a dar". Quizás esta vez no pase lo que con otras bienvenidas como Miss Softtek, Míster Palacio de Congresos o Miss Biorrefinería de Barcial, que ni pasaron por aquí y a las que dijimos hace tiempo "Adios, cigüeña, adiós", como en la película de Summers, pero sin niños.

Finalmente - "como alcalde de Valladolid que soy, os debo una explicación, y os la voy a dar"- en las mismas entidades locales la mirada del PP se dirigió al regidor de la Capital de Castilla (y León de momento) para reprobarle por apostar por la inversión en su ciudad en lugar de en otras para retener población. Sólo desde la izquierda recordamos que el problema no eran las injustas y lamentables palabras del alcalde de Valladolid, sino las reivindicativas y justas palabras de ese alcalde de uno de los 248 ayuntamientos de Zamora, San Miguel del Valle, que se quiere marchar a Valladolid para vivir mejor que aquí, donde no le hacen ni caso.

Con la escopeta provincial a la caza del voto, el PP intenta evadirse como en la película "Nacional III" de la corrupción que ahora protagonizan los gastos de las campañas electorales de Aguirre y de Rajoy. Y en lugar de ir "Todos a la cárcel" se fueron "de aquí pallá", desde Zamora a Madrid, haciendo de la bandera de España una pancarta partidista que excluye a gran parte de los españoles, pese a decir que defienden su unidad.

Pero no fueron a contar que nuestros pueblos estaban tan mal que algunos se querían ir a Valladolid. Al contrario: el PP utilizó la Diputación y los ayuntamientos de una de las provincias más pobres de España, con más paro y casi un desierto demográfico, como altavoz de su política nacional, que es una de las causas de nuestra pobreza.

Por eso en Zamora muchos dijimos "yo no voy" y aún menos "paquí pallä". No fuimos.