A propósito de la manifestación de la plaza de Colón. Que fue un éxito, sólo cierta prensa y el independentismo catalán lo ponen en duda. Lo cierto es que si la manifestación la convoca la izquierda, todos coinciden en que no se manifestaron menos de dos millones de personas. Si la manifestación la convoca la derecha, la valoración desciende a 45.000 personas. Hay, por lo tanto, distintas varas de medir estas cuestiones dependiendo del convocante.

Lo difícilmente entendible es que a la izquierda le cueste tanto agarrarse a una bandera de España y salir a la calle, no por el motivo del domingo, pero sí por tantos otros como proporciona, por ejemplo el independentismo. A un sector amplio de la izquierda española no le gusta la bandera de España. Lo que no puedo entender es que un joven de veinte y otro de treinta y cinco años prefieran abrazarse a la tricolor reconociéndola como suya, argumentando que la roja y gualda está manchada de sangre franquista y que es franquista, cuando la historia ha hablado y ha contado la verdad sobre su origen que no voy a repetir por conocido. En verdad que esa inquina, en verdad que ese odio, no puedo entenderlo. Podría hacer un esfuerzo con gente mucho más mayor pero nunca con jóvenes. De ahí que piense en que se está intoxicando al sector más joven de la población.

Tanto miedo, tanto vapuleo, tanta crítica como ha recibido la manifestación de Colón, cuando todo se desarrolló pacíficamente. Nadie quemó banderas independentistas o republicanas. Nadie destrozó y volcó coche alguno. Nadie quemó contenedores. No hubo agresiones físicas o verbales subidas de tono. Nadie realizó pintadas ofensivas ni de 'extrema derecha', en paredes y monumentos. No hubo altercado alguno y por lo tanto no hubo detenciones. No se rompió la luna de ningún escaparate. No se esparció basura por el lugar. Todos los presentes respetaron la Ley y dieron una lección de civismo a los violentos. A los que acusan a estos de lo que ellos son, sin caer en la cuenta de que 'cree el ladrón que todos son de su condición'.

Ese mar inmenso de banderas españolas escoció a más de uno. De esos que no han dudado en cambiar el perfil amable de su WhatsApp por la tricolor, de esos que han hecho ondear la republicana en los balcones de su casa con más ánimo de ofender que sentimiento. Son muy libres. Pero es que la republicana no es la bandera constitucional, no es la bandera de España. Pero son ganas de seguir dando el coñazo con su presunta legalidad. Pero sí duró en España menos que un pastel a la puerta de un colegio. Ojalá que todas las manifestaciones se desarrollaran en el mismo clima que lo hizo la de Colón.

No entro en los motivos, que bien podría, dada la deriva de Sánchez, del Gobierno socialista y de esa parte del partido que lo sustenta. Porque hay una parte mucho mayor que no está de acuerdo con la política que lleva a cabo su líder. Algunos de esos socialistas en desacuerdo sí que estuvieron en Colón y se portaron con el mismo civismo del que hizo gala el resto. Pero, vuelvo a repetir, la roja y gualda escuece a algunos. Pues, fueron incontables, por mucho que se empeñen en todo lo contrario, por mucho que se empeñen en hablar de 'pinchazo' de eso que la izquierda ha dado en llamar 'las tres derechas'. Es una pena que 'las tres izquierdas', Psoe, IU y Podemos nunca se hayan unido para defender la unidad de España y sus símbolos. Por cierto se ha creado en Zamora una asociación en defensa de los símbolos españoles. Me descubro ante sus fundadores.