Son tantas las puerilidades, inexactitudes o mendacidades que nos tratan de inocular, que uno no da abasto a rectificarlas, tacharlas u olvidarlas. Me refiero a las declaraciones de personajes conocidos, ya procedan de la política, o de cualquier otro campo, incluido el religioso. Pero, en cualquier caso, podemos llegar a aprovecharlas si las tomamos a modo de entretenimiento, como lo pueda ser el sudoku o el crucigrama.

Si se lee el periódico con papel y lápiz en la mano, o se ve la TV con una grabadora, basta con ir marcando los barbarismos que unos y otros van soltando para irnos entreteniendo, porque hay más días en los que las declaraciones merecen ser remarcadas que los que se libran del ataque del lápiz o de la grabadora. Y es que uno llega a dudar si lo que está viendo o leyendo es fruto de un error en el tratamiento de la información, o de una intencionalidad sesgada, porque le resulta difícil entender que determinados personajes, que ocupan altas cotas de poder, puedan equivocarse de manera tan zafia.

Cuando esto escribo leo en "La Opinión de Zamora" que dos conocidos diputados de Zamora - Maíllo y Barrios - han corrido prestos al Congreso para registrar una pregunta. Y uno piensa si el citado escrito se referiría al problema de la despoblación galopante, o al endémico desempleo, o a la maltratada sanidad. Pero nada más lejos, porque, simplemente, era para preguntar el por qué su compañera de partido, a la sazón presidenta de la Diputación, no había salido en la foto con la Ministra de Defensa en una reunión en la que se trató de la reutilización del campamento de Monte la Reina, a la que si asistió el senador Fagúndez del PSOE. Cuesta creerlo, pero es que debe ser más importante lo de la foto que cualquier otra reivindicación.

En un programa de La Sexta, el "rebelde" Errejón repitió una y otra vez que lo importante era echar al PP del Gobierno de la Comunidad de Madrid, pasando de puntillas por los problemas que prometía resolver si resultara elegido. Debe ser que las cosas que van mal en Madrid, como lo es la contaminación, carezcan de importancia para él. En cualquier caso, hay que agradecerle que pudiera deducirse de su intervención que salir a la calle con máscara, para poder respirar, siempre será mucho más "agradable" si es él quien gobierna, que si lo hace otro partido.

Recoge "La Opinión de Zamora" que, en unas jornadas diocesanas, el presidente de la Conferencia Episcopal llegó a decir que "solo un 3% de los abusos sexuales suceden en la Iglesia". En la revista que edita la Conferencia Episcopal aparece el dato que en España hay 18.000 sacerdotes. Por otra parte, en el conjunto del país existe un total aproximado de 19 millones de varones mayores de 18 años. Hagan ustedes la cuenta y comprobarán que la tasa de pederastia que le correspondería al colectivo de la Iglesia, para que fuera la misma que la del resto de los españoles, debería de ser del 0,09%, y que, por tanto, de ser cierto lo del 3% de abusos sexuales, significaría que es 33 veces superior a la del resto de los españoles. De manera que aquello del "solo" debería ser sustituirlo por "la barbaridad de".

El secretario general del PP de Castilla y León dijo, también en "La Opinión", que la culpa de lo mal que iba la sanidad en Zamora era del PSOE, y uno se pregunta lo mal que lo debieron de hacer los socialistas, para que los nocivos efectos de su gestión aun perduren transcurridos 32 años, ya que desde 1987 es el PP quien gobierna en esta comunidad autónoma.

Recoge la prensa generalista que la portavoz del Gobierno Celaá, acaba de caer en la cuenta que "el dialogo con la Generalitat de Cataluña, está en un punto ciego" como si se hubiese visto algún avance hasta este momento. Pero se da el caso que nadie se ha enterado, de manera que podría darse el caso que quienes han podido estar ciegos, no son otros sino los interlocutores que han participado en ese supuesto diálogo.

Son solo algunos ejemplos que hacen referencia a uno o dos días de atender a noticias y declaraciones, de las que uno puede sacar la impresión que de lo que se trata es de hacernos vulnerables, y para ello nada mejor que conseguir que no seamos capaces de separar el trigo de la paja. Menos mal que todavía dudamos de los personajes en cuestión, de si hablan por hablar, o mienten intencionadamente o, lo que sería aún peor, que no estén lo suficientemente capacitados para ocupar determinados puestos.

Prueben a hacerse adictos a este tipo de entretenimiento. Es posible que se lo pasen bien, aunque también corren el riesgo que lleguen a explotarle las neuronas.