No tardando mucho, el pequeño comercio, el comercio de toda la vida, será historia. Las ciudades pierden su identidad comercial en favor de las grandes cadenas y del comercio electrónico cuyo auge está poniendo fuera de juego y a marchas forzadas al comercio tradicional. Como me gustaría que Zamora pudiera recuperar tantas y tantas tiendas cuyos escaparates antes llenos, ahora sólo sirven de mural para pegar carteles o embadurnarlos de pintadas. Nadie ha hecho nada por ellos. Se les ha dejado agonizar y morir. Para las nuevas generaciones ni siquiera son un recuerdo, porque no se ha dejado más rastro de ellos que alguna que otra foto de hemeroteca.

Zamora también está perdiendo su identidad. Lleva mucho tiempo sin personalidad. La que ayudan a mantener establecimientos de toda la vida que aguantan, que se resisten a desaparecer, que se han renovado por dentro y por fuera para tratar de competir con los grandes que también han venido a instalar sus reales en nuestra tierra, pero que a diferencia del comercio tradicional, el dinero que ganan se lo llevan fuera de Zamora, como pasa con tantos bancos. Salvo Caja Rural, ya no hay ninguna entidad de crédito y ahorro que podamos considerar netamente zamorana.

No sé exactamente cuántos establecimientos han cerrado a lo largo de los últimos años, por inanición, por jubilación, por abandono de la clientela. En 2018 y en toda España echaron el cierre 6.689 establecimientos. Y cada año, miles de pequeñas tiendas de todos los sectores, ropa, calzado, regalo, textil, relojería y joyería, entre otras, bajan la trapa definitivamente. Desde 2017, la caída ha sido imparable. De seguir cómo vamos, Zamora ya no podrá recuperar aquellos concursos de escaparates que por San Pedro, despertaban la admiración de propios y extraños por lo competitivos, por la imaginación que derrochaban. Poco a poco se han ido cargando, también por falta de apoyo institucional, aquello de lo que tan orgullosos nos sentíamos. Ahora todo se cifra en lo mismo cuando demostrado ha quedado que lo mismo no es la solución.

No creo que el comercio 'on line', al que también se le echa la culpa de la desaparición paulatina del comercio tradicional, tenga mucho campo en Zamora. Ha habido muchos fiascos que han hecho desistir a los compradores, son las más importantes franquicias y las grandes superficies las que han barrido al comercio tradicional. Y también el cambio de hábitos en las compras. Los tiempos cambian y a veces se pasa de calidad, que tanto se ha exigido siempre al pequeño comercio, en función del precio cuanto más bajo mejor. El ministerio de Industria y Comercio tendía mucho que decir al respecto. Hay que amparar al comercio tradicional cuya desaparición está cambiando el paisaje urbano de tantas ciudades.

Los descuentos permanentes de algunos comercios, tampoco han contribuido al fortalecimiento y la permanencia del comercio tradicional. No se puede estar todo el año compitiendo con la fiebre de los descuentos permanentes que viven algunas firmas. La liberalización del periodo de rebajas ha hecho la puñeta a un sector que no cuenta con el respaldo del músculo financiero de las grandes firmas. Y así nos va, la tradición pierde frente a la modernidad. Sin que nadie pueda establecer cuál de ambas es mejor. Que el pequeño comercio agoniza es un hecho incuestionable. Para muchos la situación es dramática y la única salida posible pasa por el despido de empleados o directamente por el cierre. Todavía estamos a tiempo de salvar al comercio tradicional. ¡Hagámoslo!