Una carrera de fondo. Así definía en mayo del año pasado el concejal de Turismo de la capital, Cristoph Strieder, la presunta candidatura de Zamora ante la Unesco como Paisaje Cultural Mundial. En realidad, Zamora lleva mucho tiempo en la carrera, más de veinte años, pero su trayectoria en esta maratón ha resultado errática, dispersa, ineficaz y con escaso respaldo real a pesar de todos los apoyos institucionales que nunca han pasado de meras intenciones. Porque a la hora de ser inscrita en la Lista Indicativa de las candidaturas que periódicamente renueva España ante el organismo cultural de las Naciones Unidas, y que requiere el acuerdo entre Gobierno central, regional y comisión de expertos antes de la decisión final, el nombre de Zamora nunca ha figurado ni como capital, ni como provincia.

Un mero repaso a la hemeroteca ilustra, para sonrojo de todos, la mencionada carrera a ninguna parte disputada hasta ahora. En junio de 1998 la capital zamorana acogía un Congreso Internacional sobre conservación de Patrimonio que pretendía servir de presentación en sociedad de esa pretendida candidatura. En el salón de actos del Campus se dieron cita expertos y la entonces secretaria general del Consejo para la Conservación de Monumentos y Sitios, conocido como Icomos, el organismo que asesora a la Unesco en las distinciones que suelta cada vez más con cuenta gotas y, mucho menos, cuando se trata de arquitectura o de cascos urbanos en general.

Esa restricción, además de la necesidad de un remozado de la ciudad, ya fue tenida en cuenta en 1998 por el equipo de Gobierno que entonces capitaneaba el popular Antonio Vázquez. En diciembre de ese año, el Ayuntamiento rebajaba su objetivo exclusivamente al románico, atendiendo a las singularidades de la capital europea con mayor número de templos de este estilo arquitectónico en Europa, lo que equivale a decir en el mundo. Poco tiempo después, a través de la Fundación Rei Afonso Henriques, se emprendió un nuevo estudio para presentar ante la Unesco el eje del Duero. Y aquello acabó en otro jarro de agua fría: la única candidatura, que además saldría adelante, fue la del otro lado de la Raya. El tramo español, que incluiría las riberas zamoranas, fue descartado "por falta de homogeneidad".

Como los criterios aplicados por la Unesco se inclinaban más hacia el Patrimonio Inmaterial, lo que le valió, por ejemplo, el reconocimiento al Flamenco o a la celebración del Misteri de Elche, surgieron corrientes que apostaron por la presentación de la Semana Santa de Zamora y las Mascaradas. De la primera, tras el alboroto inicial con las adhesiones de todos los colectivos públicos y privados, nada se ha vuelto a saber. La segunda sale a colación cada vez que se celebra algún encuentro de las manifestaciones ancestrales que se conservan en esta provincia, pero sin nada en concreto aún.

En mayo de 2018 se produce el nuevo anuncio del Ayuntamiento de Zamora. Siete años antes, en 2011, era un asesor de Icomos el que aseguraba que la ciudad, su románico y otras manifestaciones culturales de la provincia se incluían en un estudio que pretendía la distinción como Paisaje Cultural. Incluso otros cuatro años atrás, en 2011, de nuevo la Rei Afonso Henriques, que no pasa por su mejor momento financiero, aseguraba que incluiría la petición de Patrimonio de la Humanidad para los cascos antiguos de Zamora y Braganza dentro del proyecto Ruta Mundial del Duero, con una asignación de 130.000 euros. Otra iniciativa que naufragó sin llegar a puerto.

Estos son algunos de los hitos de este baile de marionetas al que Zamora asiste, unas veces del brazo de Portugal, otras de Castilla y León, como una cenicienta cuyo final siempre es el de convertirse en la calabaza del cuento. La única realidad, hasta ahora, es la declaración del espacio Meseta Norte como Reserva de la Biosfera, que consiguió el marchamo hace casi cuatro años y cuyos pasos son aún balbuceantes. El resto de proyectos han quedado en humo o directamente en humillación. ¿Cómo cabe calificar si no que las múltiples muestras de la arquitectura de piedra seca de Zamora hayan quedado fuera de la declaración de la Unesco este año pasado? La técnica constructiva de muros que puede contemplarse a lo largo del oeste zamorano, como la comarca de Sayago, consiste en la unión de piedras de granito sin mortero alguno, con la que se construyen paredes, cercas, chiviteros y chozos dando como resultado un paisaje sin igual. La candidatura fue impulsada por Chipre y Grecia. Después se sumaron otros países, entre ellos España, con las autonomías de Valencia, Cataluña, Baleares, Extremadura, Andalucía, Canarias, Galicia y Asturias. Castilla y León se quedó al margen, pese a contar con singularidades como las trampas de lobos en la Alta Sanabria.

Cuesta creer que nadie en la Junta de Castilla y León reparase en algo de semejante calado. Más aún cuando la consejera de Cultura es natural de Benavente. Si fuera por despiste, los colectivos zamoranos se lo habrían podido recordar al presidente Herrera si hubiera pisado por la capital más veces en estos cuatro años que las citas comprometidas durante la campaña de las últimas elecciones en 2015.

El Parlamento regional ha sido escenario del, esperemos, último "sorteo" que ha dejado a Zamora de lado por mucho que ahora digan y se desdigan los procuradores regionales. Las Cortes de Castilla y León lanzan nuevas candidaturas para esa lista indicativa y excluyen a Zamora "por falta de posibilidades". Esperemos que ese argumento no se haga extensivo a otros aspectos de esta tierra o tendremos que darnos por extinguidos antes de que culminen las peores expectativas del Instituto Nacional de Estadística.

No se trata de cuestionar las elecciones de las ciudades de León y Burgos. La primera fue capital gastronómica en 2017, algo a lo que Zamora no pudo optar este año por falta de medios. Burgos ya cuenta con su catedral declarada como Patrimonio. Resultaría descabellado discutir la calidad del románico palentino, pero en una provincia cargada de motivos para el pesimismo, hubiera sido de agradecer que los parlamentarios zamoranos, al menos esos, puesto que son los que han salido con los votos de sus paisanos, hubieran mostrado un poco más de beligerancia. Porque es posible que, a pesar de todo lo danzado, Zamora "no tenga posibilidades" según el criterio de los doctos procuradores, pero al menos podían haber tenido en cuenta, a la hora de decidir que la capital no contara con una mención explícita para la lista indicativa, lo que aseguran de su románico expertos historiadores.

La arquitectura románica zamorana destaca por su rara homogeneidad, explicada por los especialistas por la intensidad y la energía con las que se llevó a cabo la repoblación de la ciudad a lo largo de los siglos XI y XII. El románico de Zamora presenta un mestizaje de tradiciones arquitectónicas autóctonas, propias de la tradición asturleonesa con una gran influencia de San Pedro de la Nave y de modelos internacionales importados de Francia. El número de iglesias conservadas es, también, excepcional en la arquitectura medieval española. Pero todos estos argumentos no justifican acudir con su candidatura a la sede parisina de la Unesco, a tenor de lo ocurrido en las Cortes.

Puestos en evidencia desde estas mismas páginas, los parlamentarios se han apresurado a matizar que sí hubo propuestas y que Zamora aparece en otras candidaturas a través de una proposición no de ley presentada por el PSOE a última hora del descalabro de este miércoles pasado. Si nos atenemos a lo que es realidad y no meras palabras, la candidatura del Románico Norte, definida por encontrarse en dicho territorio "la mayor densidad de monumentos románicos de Europa destacando la ausencia de una unidad estilística clara „pese a ser todos del Románico„, debido a las divisiones territoriales y políticas que experimentaron estos territorios a lo largo de la historia", hace años que está incluida en la mencionada lista de espera, con los beneplácitos de la autonomía y el Gobierno central. Lo mismo ocurre con otros aspirantes, como la Vía de la Plata, donde se singulariza Salamanca, pero no Zamora. Incluso existe otra mención para ciudades abaluartadas donde aparece Ciudad Rodrigo, pero no la que fuera conocida como la Bien Cercada ni Puebla de Sanabria.

A pesar de los tropezones y descalabros, Zamora, ahora a través de la baza municipal, sigue en esta carrera en la que es imprescindible poner orden, acciones conjuntas y voluntad verdadera, si es que se quiere llegar a alguna parte. Basta de estudios y discursos. Nunca mejor aplicado el refrán castellano: obras son amores y no buenas razones.