La pasada semana un grupo de 110 zamoranos pudo asistir en Madrid, movilizados por distintas delegaciones de la Diócesis de Zamora, a la representación de "33, El Musical", una obra que relata, como dice el subtítulo, la vida del mayor influencer de la Historia. Si esa celebridad fue Jesucristo, ya me parece noticia (con la que está cayendo dirán algunos) que se movilicen ese número de personas para hacer un viaje hasta Madrid a contemplar el espectáculo. Pero lo importante es la sensación que transmite este musical. Quizás, como he leído por ahí, uno espera que sea el Jesucristo Superstar del Siglo XXI y no es así. O quizás esperaba que se utilizara la figura de Jesús para envilecer su imagen y la de la Iglesia y tampoco es así, y pensar eso es un error. Las dos sensaciones que me dejó "33" fueron las siguientes:

En primer lugar es una catequesis casi perfecta, y aunque pueda recaer en una obviedad, no esperaba menos de una obra realizada por el sacerdote salesiano, salmantino, Toño Casado. Porque es un fiel relato de lo que fue la vida de Jesucristo a la luz del Evangelio.

Y la segunda sensación es un praxis de los nuevos lenguajes, algo que en ciertos sectores de la Iglesia todavía resuena de tal modo que hace temblar cimientos. Utilizar un espectáculo de unas dimensiones tales que son dignas de cualquier evento de Broadway para hablar de Jesús, para contar la vida de aquel "carpintero" que con su mensaje revolucionario fue capaz de dar sentido a la vida de millones de personas a lo largo de 2000 años de historia, puede ser una de las demostraciones más valientes de aquellas palabras del Papa Francisco al inicio del Pontificado, "necesitamos una Iglesia en salida". Este espectáculo, avalado por la Archidiócesis de Madrid, refleja la historia, sí y, especialmente, actualiza y adapta el mensaje a nuestro tiempo de tal forma que conmueve a cientos de familias y miles de personas que lo contemplan. Y la moraleja es cristianismo puro, entre todas las cosas que estamos llamados a manifestar los cristianos día a día; la verdad, la justicia, la paz?. De todas esas, la más importante, la que más marca, "..el único mandato será el amor".

El musical anima a adaptarse a los tiempos, la Iglesia puede y debe ganar su espacio social hoy, y para ello tiene que encontrar una sintonía, especialmente con los jóvenes, que seduzca en continente (la música en este caso) y que no menoscabe el contenido (Jesús) que es la figura que ha permanecido y permanecerá siempre.