Mientras unos se cogen el Falcon para realizar viajes de dudosa necesidad e importancia, otros como el Rey Felipe VI, lo ha hecho, el mismo día en el que cumplía 51 años, para visitar por sorpresa a las tropas españolas en Irak. Posiblemente el contingente mayor de tropas españolas en el extranjero. Esta vez el secreto y la discreción han funcionado, no como en otras ocasiones en las que imprudentemente las filtraciones daban tres cuartos al pregonero sin necesidad alguna, contraviniendo las exigencias que marca la necesaria seguridad, sobre todo en este tipo de desplazamientos.

El viaje real ha sorprendido a todos. Ni siquiera figuraba en la agenda oficial. Sólo tenían conocimiento don Felipe y su equipo más cercano, el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa. Los periodistas que habitualmente acompañan al monarca, desconocían su destino hasta mediado el vuelo. El Rey se ha dado un baño de cariño entre los militares allí desplazados y los militares han recibido los más encendidos elogios por parte del rey. Como española, cuánto me alegra esta visita y en un día tan significativo como el cumpleaños real, para que así vean nuestras Fuerzas Armadas, no sólo el grado de compromiso del Rey en sus misiones extranjeras, sino el cariño de todos los españoles, con esas excepciones que todos conocemos y que ya ni nos molestamos en deplorar.

El Rey les ha hecho objeto de consideraciones que están en la mente y en el corazón de muchos españoles. Les ha dicho claramente "Sois los soldados de la democracia, la libertad y la paz". Cuando algunos pretenden que al hablar de las Fuerzas Armadas, soplen constantemente, vientos de guerra, el Rey de España, deja las cosas en su sitio y los define como corresponde: "soldados de la democracia, la paz y la libertad". Mirar constantemente al pasado con ira no es prudente ni siquiera justo. Y porque en todas y cada una de las misiones en las que han participado y participan, dejando en todas una huella imborrable de profesionalidad y humanidad, los soldados españoles defienden esos tres pilares sobre los que también se asienta su misión y su trabajo en España.

Alrededor de 500 militares españoles contribuyen a la Coalición internacional con el objetivo de adiestrar y capacitar a las fuerzas y cuerpos de seguridad iraquíes en su lucha contra el Daesh, enemigo a batir allí y aquí. En Europa seguimos sin estar libres de un atentado de los que se amparan en la bandera negra de la muerte. Ha sido todo un detalle por parte del Rey de España, querer festejar su aniversario con los soldados desplazados en Irak cuando la misión española cumple cuatro años. El Rey abandonó el confort del hogar, en día tan señalado, para enfundarse el traje de faena y manifestar personalmente a los soldados españoles que cuentan con su apoyo y su gratitud porque con su "trabajo contribuyen a la seguridad de todos", repito, allí y aquí.

Con lo bien recibida que ha sido la noticia, dudo que el presidente del Gobierno tarde mucho en visitar a alguno de los contingentes españoles repartidos por tierras de 'misión', palabra antes reservada a religiosos y sacerdotes y que ahora comparten estos clérigos de la paz y la libertad. Clérigos sin sotana, clérigos sin más votos que el de defender la paz y los colores de la bandera de España. Han debido pasar muchos años, desde junio de 1978, cuando el Rey don Juan Carlos visitó por primera vez, la base española Gran Capitán, para que de nuevo el Rey de España, esta vez don Felipe, programara una visita que ha sido recibida en medio del júbilo de todos en u día de júbilo cual era su cumpleaños.