Menos mal que los rectores de Iberdrola han decidido no patrocinar el trofeo ciclista que lleva su nombre y, por tanto, dejar de invertir la friolera de 20.000 euros una vez al año en Zamora. Esta fabulosa cantidad ha puesto en peligro la estabilidad económica de la empresa y la ha acercado a la hecatombe financiera, social y todo lo que ustedes quieran. ¿Se imaginan lo que habría ocurrido si por apoquinar 20.000 eurazos aquí, se hunde Iberdrola, se acaba la luz y España, y otros países, se quedan a oscuras y tienen que iluminarse con candiles, carburos y mecheros? Un desastre, el fin de la civilización occidental y de la cultura judeo-cristiana. Afortunadamente, nos hemos salvado de la catástrofe. Por eso digo lo de menos mal. Los directivos de la multinacional vasca, con sede en un edificio despampanante en Bilbao, han tenido una gran visión de futuro y han sabido taponar la herida y evitar males mayores. Y Zamora ha vuelto a salvar al mundo. Héroes, que somos unos héroes. Nunca nos lo agradecerán suficientemente, aunque nos tengan presentes en sus oraciones.

El caso es que Iberdrola, al contrario de lo que venía haciendo desde hace 70 años, ya no patrocinará una prueba ciclista que se había convertido en una de las citas más importantes para los corredores aficionados. Solía discurrir por los lugares donde Iberdrola, antaño Iberduero, tiene muchos y grandes intereses y de dónde ha obtenido, y así sigue, su buena rentabilidad, esa que, entre otras cosas, le ha permitido tener una torre moderna y lujosa en el centro de la capital vizcaína.

La verdad es que últimamente la susodicha rentabilidad se notaba muy poco en Zamora. El agua, los ríos, la tierra son nuestros, pero las ganancias van para otro lares. Hubo un tiempo en el que, al menos, Iberduero mantenía decenas de puestos de trabajo en Muelas del Pan, Ricobayo, Villalcampo, Castro, etc. Familias enteras habitaban en los poblados que la empresa construyó y mantenía para sus empleados. Aquello, claro, formaba parte del plan de rentabilidad. Sin embalses ni turbinas no había pasta. Sin operarios, tampoco. De modo que aquellos poblados eran algo más que minipueblos. Tenían de todo y estaban más adelantados que los de alrededor. Estudié con varios hijos de empleados de Iberduero y nos daban envidia. Pero, ¡ay! llegaron las nuevas tecnologías y con ellas, la búsqueda de más y más beneficios sin necesidad de pagar nóminas ni cuotas a la Seguridad Social. Y todo se fue trasladando desde la vera de los pantanos a la central bilbaína. Y se cerraron y se pusieron en venta los poblados. En alguno, como el de Castro, ya solo habitan fantasmas y, de vez en cuando, gentes que van a buscar experiencias extrasensoriales, sicofonías, contactos con el Más Allá y cosas así. Para eso han quedado los antaño pujantes minipueblos.

A partir de ahora habrá que buscar los mensajes de ultratumba en las bicis de los ciclistas que no podrán correr porque Iberdrola, en otro desdén más a esta tierra ha optado por no subvencionar un acontecimiento del que fue creador, impulsor y sostenedor durante 70 años. ¡Y como aquí no protesta nadie ni nadie se enfada, pues eso! Somos los campeones cósmicos en cuestión de tragaderas.

Y no es que 20.000 euros sea una cantidad desorbitada, no. Es lo que supone como desprecio y humillación a una zona que ha enriquecido durante lustros y lustros a la empresa y donde la empresa ha ayudado poco, cada vez menos. ¿Se hubiera atrevido Iberdrola ha dejar de patrocinar un acto con 70 años de vida en el País Vasco? Tengo mis dudas, muchas dudas. En Zamora, sí. Y sin dar explicaciones y sin que nadie se las pida. Claro que ya nos hemos acostumbrado a cosas así. Los apoyos de las cajas de ahorros, a través de sus antiguas obras sociales, al arte, la cultura, las fiestas y demás, han desaparecido. Aquí ya solo ayudan y ponen dinero las cajas rurales. Los demás deciden a muchos kilómetros de distancia. Como sucede con Iberdrola.

Verán: el mismo día que se conocía su coz contra la carrera ciclista, Iberdrola anunciaba que había logrado un contrato de 225 millones de euros para suministrar electricidad a Nueva York. Lo hará a través de una filial, Avangrid Renewables, que cotiza en Wall Street, opera en 24 estados y cuenta con activos valorados en 31.000 millones de dólares. ¡Y aquí nos escatiman 20.000 euritos! ¿Demagogia? Pues, sí, pero en ocasiones es necesaria para poner los asuntos en su justa dimensión.

Así que señores de Iberdrola, piénsenselo bien antes de dar el cerrojazo definitivo. Ni Zamora ni el ciclismo aficionado se lo merecen. De esta tierra han sacado, y continúan sacando, más de lo que han aportado. No aprieten el dogal. No jueguen más con la dignidad de nuestra tierra y de nuestras gentes.