El Juzgado de lo Social número 2 de Zaragoza ha ratificado la sanción impuesta por la Seguridad Social al secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, por la contratación irregular de su asistente personal. Por si no le ha quedado claro al número 3 de Podemos, la titular del Juzgado ha indicado que existió una relación laboral entre Echenique y el trabajador y confirma la sanción de más de mil euros por no cumplir la ley y no dar de alta a este empleado, sanción que Echenique se niega a pagar.

Todo el mundo recuerda, no hace falta tener memoria histórica para este episodio relativamente reciente, la vergonzosa actuación de este señor que trató de minimizar el hecho, quitándole importancia y tratándolo como un caso doméstico que no debería trascender de las paredes de su hogar, y sobre el que hubo mucha, demasiada prisa por echar tierra encima.

Enciende, incluso al más despreocupado políticamente, la forma de actuar de las gentes del cada vez más desmembrado Podemos. Indigna su doble rasero, su doble vara de medir que emplean con dureza si algo igual o parecido sucede a los miembros de algunos de los partidos que ellos califican de derecha retrograda, pero son incapaces de reconocer sus errores, sus pecados, que los tienen, y todas esas cositas que adornan a este partido de extrema izquierda. Hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre y a los partidos por lo que representan. Si Vox es la extrema derecha, a pocos les cabe duda de que Podemos es la extrema izquierda.

Quienes constantemente coquetean sin pudor alguno con los filoetarras y los independentistas de la peor calaña, no pueden ser otra cosa. Quienes aplauden al cada vez más acorralado Maduro y llaman democracia a Cuba, no pueden ser otra cosa. Lo que pasa es que a un sector de la vida patria les cayeron bien tras su nacimiento y les hicieron concesiones de todo tipo. Ahora, cuando empieza a descomponerse, se están dando cuenta del error.

Lo de Echenique no tiene perdón ni por parte de la Justicia, que ya ha sentenciado, ni por parte de la sociedad española, ni por parte de la Seguridad Social. Sobre todo por parte de aquellos a los que atacan, cuántas veces imprudentemente y sin utilizar el cerebro, por cosas iguales o parecidas. Echenique, tras la ratificación del Juzgado, ha empezado a tirar balones fuera y a quitarse peso de encima. Valiente él que es incapaz de reconocer sus errores y éste lo era en grado sumo. El argentino ha hablado diciendo que no dimitirá porque su caso "no contraviene el código ético de Podemos". Un código sectario, un código parcial, un código parecido a la ley del embudo, lo ancho para Podemos, lo estrecho para los demás.

En España, eso de las dimisiones no va con la autoexcluyente clase política. Aquí sólo se van cuando los echan o cuando la Justicia los pone en su sitio. Sólo que la Justicia no siempre alcanza. La Tesorería General de la Seguridad Social, tan inflexible con los pececitos, ya va siendo hora de que actúe en consecuencia con los tiburones, los poderosos, que son los que más defraudan y algunos políticos como Echenique que se cree por encima del bien y del mal, que ha utilizado un argumento tan poco creíble y tan rebuscado que ni la jueza ha tragado con semejante bola.

Me río yo del código ético de Podemos sujeto a interpretaciones que, casualmente, siempre benefician a los podemitas de adelante, porque si esto le ocurre a alguien de la tropa morada, apueste lo que quiera a que ya le habrían dado de baja en sus filas.