Según el catecismo de la Iglesia Católica, la presentación de las ofrendas, conocida como el ofertorio, consiste en llevar al altar, a veces en procesión, el pan y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. "Solo la Iglesia presenta esta oblación al Creador, ofreciéndole con acción de gracias lo que proviene de su creación". La presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el gesto de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. Él es quien, en su sacrificio, lleva a la perfección todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios. Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad.