Si 2019 comenzaba en Zamora con un varapalo, la pérdida de 2.855 habitantes en el último año, apenas quince días después se conocía, como adelantó en exclusiva LA OPINIÓN-EL CORREO, que el Ministerio de Defensa había puesto sus ojos en el antiguo campamento militar de Monte la Reina de Toro para trasladar a dos batallones de hasta 1.400 militares y sus respectivas familias. Los representantes de las Fuerzas Armadas ya han mantenido en la capital una primera toma de contacto con las instituciones y en unos días comenzarán a analizar los terrenos, en desuso desde los años ochenta, aunque los informes preliminares que ya se han realizado apuntan a condiciones "idóneas" para que los militares regresen a Zamora y Monte la Reina vuelva a convertirse en lo que ya fue en los años sesenta, una especie de la actual Base Naval de Rota.

De salir adelante el proyecto, con el único escollo de la financiación para poner a punto las instalaciones, el revulsivo demográfico sería incuestionable. La mayor parte de los 1.400 militares y sus familias vivirían en las inmediaciones de las bases, es decir entre la capital, Toro y las localidades próximas. De hecho, una de las exigencias que Defensa quiere cerrar antes de nada es el acceso a los servicios sanitarios o educativos de estas personas que acompañarán a los soldados. En la propia base los técnicos del Ministerio calculan que se podrían quedar solo entre un 20 y un 30% de la plantilla, en su mayoría solteros. Con la expansión de las ciudades algunas instalaciones militares se han quedado demasiado reducidas, como ocurre en Pontevedra, sin apenas campo de tiro. Otras ciudades y provincias, como Zamora, se vacían se forma agónica. Y si algo sobra es terreno. Ahí está esa oportunidad que, esta vez, no hay que dejar escapar. No puede escapar.

Los ciudadanos de esta tierra han visto no solo languidecer sus pueblos, marchar a sus hijos en busca de un trabajo, y la merma de los servicios más básicos, sobre todo en el ámbito rural, sino también cómo los grandes anuncios y promesas de instalaciones de empresas pasaban de largo. En la retina de todos está aún demasiado reciente la retirada del proyecto de la biorrefinería que se decidió ubicar en la localidad benaventana de Barcial del Barco. En estos momentos sus responsables buscan ya terrenos en otras provincias porque quienes tuvieron que echar el resto, o no lo hicieron o no supieron amarrar esta iniciativa que hubiera propiciado decenas de empleos. Ahora vuelve a haber un espacio para la esperanza, y esta vez se trata de una iniciativa solvente, como evidenció la visita a Zamora el pasado martes del Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, el general Francisco Javier Varela Salas, en su encuentro con representantes institucionales y agentes sociales. El deseo de recuperar Monte la Reina para uso militar es firme y tan solo hay que superar el escollo de la financiación para construir alojamientos y adecentar el campo de tiro y de maniobras, de más de mil hectáreas.

La delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, ya ha dejado claro el impulso que tendría para Zamora la reapertura del campamento militar y la llegada de cientos y cientos de soldados y sus familias en una zona con clara tendencia a la despoblación. Profesionales que vivirían y gastarían parte de sus ingresos en esta provincia, al margen de los puestos de trabajo indirectos que llevaría aparejada la ubicación de tantas personas y la necesidad de servicios específicos, como los administrativos, o de empresas de apoyo técnico.

El momento político no puede ser más convulso, con unas elecciones municipales, autonómicas y europeas en mayo y con las generales en 2020. Por ello todo lo que sea utilizar este gran proyecto como arma arrojadiza en otro campo de batalla será un error imperdonable que ni Zamora ni los zamoranos merecen. Gobiernos, oposiciones, agentes sociales y económicos deben ser uno para negociar con el Ministerio de Defensa la llegada de hasta dos batallones a Zamora. No hay medallas que colgarse, y menos a estas alturas cuando la provincia se vacía sin remedio. En tres semanas estará listo el informe en el que ya se podría apuntar a la inversión necesaria que correrá a cargo del ministerio. El resto de exigencias que puedan ponerse sobre la mesa son solo flecos que habrá que negociar con la mejor de las disposiciones y siempre con un único color político, el de los intereses de la provincia. Si se necesitan guarderías habrá que agilizar licencias y ampliarlas o construirlas, y lo mismo con colegios o incluso con la construcción de viviendas por parte de promotores. Trabajo e inversión. Lo que desde hace años se demanda.

Poco importa a quién atribuir el mérito, a pesar de que son varios los meses que llevan negociando instituciones zamoranas con Defensa para que los batallones con problemas de espacio en otras provincias puedan reubicarse en Monte la Reina. Nunca en los últimos años un proyecto había generado tanta expectación, tanto impacto social. Y esta vez todo indica que va muy en serio. Dejarlo escapar sería, directamente, imperdonable.