Además de los conocidos tres grandes enemigos del hombre y que son a saber: Mundo, Demonio y Carne, hay que añadir uno de 'última generación' que se ha convertido en enemigo de nuestra salud. Todavía no alcanza la categoría de 'enemigo público número 1', pero al paso que vamos llegará a serlo. Si nos hemos enterado ha sido gracias a un estudio internacional en el que han participado investigadores de seis universidades y organismos de España, Francia y Brasil. Esta gente sesuda nos ha alertado de que el 90 % de los tickets y recibos que facilitan en las tiendas y supermercados, concretando más, todos aquellos cuya tinta se borra con el paso del tiempo, contienen sustancias que provocan cáncer e infertilidad.

¿Cómo se le ha quedado el cuerpo? De momento serán muchos los que empiecen a mirar mal esos tickets, los que los cojan con guantes y los que los desechen por miedo a contraer uno o ambos problemas. Es que con el ticket que puede dormir el sueño de los justos en el monedero, por lo tanto es compañero de compras, podemos hacer mil cosas y todas igual de peligrosas. No me diga que alguna vez no ha jugado con ellos, los ha arrugado dejándolos como gurruñitos, los ha utilizado para escribir notas al dorso o, además de en el monedero, los ha guardado en el coche, en el bolsillo del abrigo o en el del pantalón. Por favor, tírelos de inmediato una vez hechas las comprobaciones pertinentes.

Esos papelines, cuantas veces insignificantes, están elaborados con el llamado 'papel térmico' y contienen, leo textual, 'bisfenol-A (BPA)'. El susodicho es un conocido disruptor endocrino que altera el equilibrio hormonal en las personas expuestas a él y por consiguiente puede ocasionar diversas disfunciones. Al alterar nuestro sistema hormonal puede causar distintos problemas de salud de efectos irreversibles. Oiga, la cosa no es para tomársela a broma. Malformaciones genitourinarias, infertilidad, obesidad y cáncer en órganos dependientes de las hormonas como el de mama. ¡Madre mía! A ver si lo que nos engorda no son los productos con los que llenamos el carrito del supermercado, sino el susodicho ticket o prueba de compra, siempre que este sea de papel térmico.

A las amas y amos de casa, a los compradores en general hay que hacerles una advertencia que se deben tomar como un auténtico servicio público en favor de la salud: no mezclen los tickets de compra con la comida, no los introduzcan en la cocina cuando desempaqueten sus compras en general y carnes y pescados en particular. Es verdad que debido a la preocupación que genera, la industria ha buscado alternativas para la sustitución progresiva del BPA en muchas de sus aplicaciones, como es el caso del papel térmico, pero es verdad que esas alternativas no llegan al consumidor y se sigue dispensando el susodicho papel, que se reconoce fácilmente porque si le acercamos una fuente de calor, como un mechero, se ennegrece de inmediato.

No ganamos para sustos y disgustos. Por lo menos, el recibo de la luz, que en este tiempo suele ser de campeonato, es de papel normal, salvo que algún estudio revele que las Eléctricas o nos matan de frío, o lo hacen directamente de un disgusto gracias a las constantes subidas de la energía o, conociendo su grado de hostilidad hacia nosotros, pobres consumidores, con un papel que contiene un veneno o algo así por el estilo. Por favor, que prohíban el papel térmico al grito de ¡ya!