Siempre es agradable que las personas sean solícitas, comprensivas, amigables, serviciales, etc., hacía nosotros; pues ello, conlleva, entre otras consecuencias favorables para la propia persona, como para los demás, por las mutuas influencias que, entre todos, tenemos; una vivencia más satisfactoria, más "luminosa", más respetuosa, etc., y, también, más productiva en todos los órdenes profesionales, económicos, jurídicos, ciudadanos, sociales, políticos, sindicales, etc., pues el ser humano tiene muchas facetas, todas ellas, como las acabadas de reseñar, de indudable trascendencia para el desarrollo de una sociedad que aspire, como suponemos lo pretenden todas, a ser más justa y, consecuentemente, más feliz.

Obviamente, para alcanzar tales metas, tan deseables para el bien general, se precisa que todos los miembros de la sociedad tengan ese talante conciliador, de superación día a día de la innumerables limitaciones de todo tipo que, lamentablemente, tiene el ser humano, como de su propensión a hacer el mal a los demás, del egoísmo sin par, de procurar el mínimo esfuerzo en el cumplimiento de sus compromisos laborales, familiares, ciudadanos, y "demás".

Por todo ello, el género humano, después de tantos años de ir con la "mochila" al "cole o a la escuela", de pasar tantas "evaluaciones en la uni", de tener tantísimas experiencias a lo largo de su vida, debiera, en algún momento de su vida, reflexionar sobre su comportamiento hacía los demás, nefasto y pernicioso en más de las ocasiones que fuera de desear; e intentar, con un poco de análisis de su proceder, cambiarlo para bien de todos, y de él el primero, pues la opinión de los destinatarios de sus desatinos, como de a quiénes éstos se la transmitan, no podrá ser más negativa; a parte de la reacción que los perjudicados puedan tener hacia ellos, que, inclusive, pudiera estar tipificada en el Código Penal, pues, ante actitudes, comportamientos, ataques, desprecios, cotilleos, etc., pueden ser impredecibles.

Por ello la buena y sólida educación es imprescindible para procurar una convivencia, al menos, respetuosa entre todos; que posibilite aportar a la sociedad todas nuestras posibilidades y potencialidades para que sea la mejor, dadas las circunstancias de cada momento; y que contribuya, también, a la ayuda mutua, que siempre precisamos unos de otros; por lo que la "Instrucción por medio de la acción docente", la "cortesía, urbanidad", como define la educación, entre otras acepciones, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, son imprescindibles y a la que , especialmente, por sus obligaciones profesionales y paterno-filiales, libremente asumidas, deben procurar maestros y progenitores; como los "mayores", respecto a los menores de edad, con su ejemplo en la vida diaria.

Y la buena voluntad no solo es predicable en Navidad, si no todo el año, para alcanzar la paz para todos , especialmente para las personas que no tienen ni la una ni la otra.

Un buen ejemplo de educación, de buena voluntad, que de ella se deriva, es cuando se trata de "acercar" a personas que, por los motivos que fueren, se hayan podido distanciar, lo que es triste y lamentable, y una amistad común trata de aproximarlas de nuevo. Sí, querido Carlos, bancario, montañero, espeleólogo, etc; tu eres un lujo de "buena gente". Gracias.