La Navidad echa el cierre y se abren las rebajas. De rebajas andamos perennemente desde hace tiempo tocante a población y nacimientos. Sin embargo tenemos cada año un nacimiento seguro en todo el mundo cristiano, el de un Niño al que apuntamos repetidamente en el censo de nuestro amor y devoción: Jesús de Nazaret. Esta recreación antigua de la Navidad la mantienen seres cuyo tiempo es concreto y con fecha de caducidad: nosotros. Y lo que celebramos es como el puente del Belén que une dos orillas: la del pasado en que ocurrieron los hechos y la del presente que los revive. La piedad popular tiene esa inocencia metafísica que le permite viajar en el tiempo sin pararse a pensar otra cosa que llegar al origen de las emociones o del milagro que pretende revivir y celebrar. La fe tiene un marco histórico en el que cabe un cuadro diferente sin desviarse del motivo que lo inspira. Es por ello que los Nacimientos o Belenes son la procesión quieta que nos damos para revivir la parábola y paradoja de la fe: puente entre Dios y nosotros. Ahí estamos, o al menos allí me veo como una figura cambiante según mi conducta: puedo ser el Ángel del Portal, haciendo honor a mi nombre o me puedo ver en lacayo de Herodes cuando uno saca la espada de sus defectos.

Pero ante todo prefiero que me represente un pastor pues la piedad y compasión, que ahora llamamos solidaridad, son la ofrenda de amor de quien teniendo poco entrega mucho, y de quien viéndose pobre sabe lo penoso de la escasez y comparte lo que no le sobra.

Esto es lo que la Navidad me trae: Alegría de saberme cerca de ese Niño que es muchos niños y confianza de sentirme gente entre la buena gente. A mayores reconforta también verse figura de barro, frágil y una más entre la multitud. Un buen espejo para adelgazar el orgullo y saberse aceptar.

Son muchos los artistas que a lo largo del tiempo se han puesto a pintar las figuras y personajes del Belén. En el Museo del Prado tenemos auténticos tesoros de tema navideño. Raro es el genio que no ha plasmado la Sagrada Familia del Portal sobre el lienzo, por lo que podemos contemplar Nacimientos de Murillo, Maíno, El Greco, Correa de Vivar, Pietro da Cortona, Barocci, Rafael, Rubens, y un largo etcétera de pintores que además de imaginar a su modo la Navidad ponen caras reconocibles a los protagonistas del 24 de diciembre. Tenemos el ejemplo de Velázquez, famoso autor de "Las meninas", cuadro conocido antes como "La familia", se entiende del rey. Pues bien, el genio de Sevilla pintó una "Adoración de los Reyes Magos" que también podría titularse "La familia", esto es, la suya, porque casi todos los personajes tienen el rostro de algún familiar, con el gracioso detalle que el Niño Jesús tiene la cara de su hijita, la Virgen María es la faz de su esposa, un Rey Mago es su suegro, y se cree que otro podría ser un autorretrato algo ladeado.

Les decía que yo me veo en el Belén, otros con incomparable acierto se vieron primero y mejor. La verdad es que no hice casting para estar ahí; desde niño me colocaron en dicha senda y me dejo llevar con la multitud de gente buena que camina al mismo sitio, sin otra señal de tráfico que el GPS del corazón.