No recuerdo un caso de tanto desprecio a tu propio pueblo como el del chico Rohtschild Emmanuel Macron. Habría que remontarse a la destrucción de la clase media en España por el tándem Rajoy-Montoro para encontrar algo parecido, parecido aunque no igual pues en el caso francés el gobierno ha dado con la horma de su zapato en la forma de un movimiento popular surgido de la Francia de provincias que viene a ser una Gironda contra ese antropófago que no ha tardado ni cinco minutos en sacar la patita y demostrar a quién sirve.

Macron es un esbirro de las elites extractivas financieras que llevan años haciendo su agosto con la globalización a costa de la prosperidad y el bienestar de millones de personas, de sus derechos laborales, sus sistemas de protección social y su soberanía, derribada para evitar cualquier traba a este saqueo de los plutócratas mundiales contra la riqueza de los pueblos. Macron sirve con lealtad perruna a quienes han declarado la guerra a las clases populares (y debemos reconocer que la están ganando) situándose pues en contra del grueso de sus compatriotas, a los que desprecia y pretende comprar con migajas, como si el expolio a la nación se resolviera con limosnas a los expoliados.

Francia vive una decadencia vertiginosa de su V República; hoy no solo no son imaginables un De Gaulle o un Mitterrand sino que desde Chirac todo les ha ido mal; Sarkozy fue un desastre (y un criminal responsable de la desestabilización de Libia), Hollande es ya la nada en la historia francesa y Macron ha roto todas las plusmarcas de tiranía y fobia contra su pueblo. Si la alternativa a los Le Pen, padre e hija, eran estos gansos, cara les ha salido a nuestros vecinos del norte la alternativa a la llamada extrema derecha.

Veremos qué ocurre