Tres meses después de las riadas de Sant Llorenç, donde el Ejército español, a petición del Gobierno mallorquín, desarrolló un intenso, impresionante y agotador trabajo en el rescate y búsqueda de personas, limpieza del pueblo, construcción de puentes y atención a los damnificados, entre otras muchas e importantes tareas, el Gobierno de Francina Armengol (PSOE), el Parlamento mallorquín y el Ayuntamiento de Palma en la persona de su alcalde, Antoni Nogueras (Més), han devuelto al Ejercito patrio su entrega y generosidad, dándoles la espalda en la conmemoración de la Pascua Militar celebrada el pasado domingo.

El grado de deslealtad, degradación, sectarismo, pobreza de miras y perversión de las instituciones baleares ha sobrepasado todos los límites. Por cuarto año consecutivo han dado la espalda a las Fuerzas Armadas que para sacarles del atolladero, para ayudarles, para que no quedasen en ridículo por su falta de previsión ante los ciudadanos son reclamadas e incluso aclamadas como si les fuera la vida en ello, pero cuando tienen que moverse cara a la galería de sus votantes dan la espantada, como suelen hacer los cobardes. Y eso que en Baleares la celebración de la Pascua Militar tenía una connotación muy superior al conmemorarse la reconquista de Menorca a Gran Bretaña por parte del Ejército Español. Algunos de estos demócratas de pacotilla que odian los uniformes pero no dudan en utilizarlos cuando les conviene, preferirían estar a las órdenes del Imperio de su Graciosa Majestad del Reino Unido del brexit, antes que llamarse españoles. Como si la condición de español fuera inferior.

El virus de Cataluña se extiende hacia los territorios españoles de lengua igual o parecida. Cabe esperar que las tres provincias valencianas no caigan en la trampa. Las ausencias de los principales responsables de las instituciones baleares, y aún de segundones y tercerones, ha sido sonada y muy comentada desfavorablemente. Pero eso a la socialista Armengol y compañeros de 'Pacte', les trae al pairo. La falta de sentido de estado de algunos mandatarios como los de las islas Baleares, es vergonzoso. Lo peor es que se representan a ellos mismos porque la mayoría del pueblo balear está con las Fuerzas Armadas españolas y la Guardia Civil hacia los que se muestran agradecidos tras las riadas aludidas. Afortunadamente, en el archipiélago mediterráneo hay más baleares como Rafa Nadal que como Francina Armengol, Antoni Noguera y Baltasar Picornell, presidente del Parlamento. Los mismos que no dudan en llamar al Ejército y a la Ume cuando el fuego y el agua se muestran tozudos como tampoco dudan en clavarles el puñal traidor por la espalda cuando cortesía, diplomacia y sentido de Estado, les obliga a actuar como verdaderos demócratas. Que sería de España sin sus Fuerzas Armadas. De España y de todos esos países de África y Asía donde los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas realizan misiones encomiables, además de constituir fuerzas de referencia para los autóctonos y para el resto de países democráticos del mundo, como adalides en las zonas de operaciones bajo bandera OTAN. No sé si las internacionalmente respetadas Fuerzas Armadas españolas están acostumbradas a soportar actitudes tan desagradables, lo que sí sé es que la disciplina, la lealtad, el honor, el respeto, el valor, el espíritu de sacrificio, el compañerismo, la integridad, el compromiso, entre otros muchos, son los valores específicos que impregnan su profesión. Los políticos pasan, las Fuerzas Armadas permanecen.