Estamos tan preocupados, tan beligerantes, tan obsesionados con acabar con la lacra de la violencia machista que estamos dejando al margen colectivos como el de los ancianos, colectivos como el de nuestros mayores que precisan más atención mediática, independientemente de la familiar y la social. No vale con aparcarlos en la residencia de turno para que dejen de ser una molestia o dejarlos a cargo de un cuidador o cuidadora creyéndoles bien atendidos. A veces se mete al lobo en casa y el único perjudicado es el cordero.

Lo digo, entre otras muchas razones, por ese caso denunciado en Murcia donde la Policía Nacional detenía días pasados a una mujer de 41 años y nacionalidad española, por dar una paliza y dejar malherida a la anciana de 97 años a la que cuidaba en su domicilio. Sé que no es fácil ese trabajo, que hay días francamente duros, pero nada, absolutamente nada justifica la violencia que se pueda ejercer con una persona totalmente desvalida, totalmente vulnerable.

Este suceso no invita a criminalizar a todos los cuidadores, hay gente totalmente profesional y humana, rasgo imprescindible para este trabajo que algunas empresas quieren deshumanizar impidiendo cierta implicación emocional que acaba estableciéndose si se es persona de bien, lo contrario dice muy poco de esa persona. Hay cuidadores preocupados por el bienestar físico y emocional de los ancianos a los que atienden, pero cierto es que también los hay que van a realizar su trabajo de forma automática y pasan olímpicamente, con una falta total de empatía, del estado del anciano o de la persona enferma a la que cuidan. Y eso es así.

Lo sucedido en Murcia, desgraciadamente no es un caso aislado. Tampoco es reiterativo, pero es real como la vida misma. Unas veces porque se maltrata física y psicológicamente al anciano y otras porque simplemente se le niegan las atenciones más elementales como el aseo o la comida. Cuantos despidos ha habido en hogares zamoranos, no hace falta irse a Murcia, por descubrir que los alimentos que los hijos del anciano o la anciana compraban para la manutención del progenitor acababan en la despensa del cuidador. Y así podría seguir con una retahíla de misterios dolorosos para todos ya que no es un plato de gusto saber que a tu padre o a tu madre no lo están atendiendo con el debido mimo.

Repito que esto no es lo normal, pero es. Lo que no es de recibo es hacerse el ciego y bendecir una profesión que de estar supervisada convenientemente por los servicios sociales de todas las instituciones, sin connivencias y amiguismos de ningún tipo, no rozarían siquiera el aprobado. No podemos dejar a nuestros mayores en manos de cualquiera. Nuestros mayores se merecen un trato y un cuidado exquisito. En lugar de disfrutar y descansar de la lucha diaria, a cuántos de ellos se les somete a un calvario inmerecido. Me decía un empresario del sector, que no todo el mundo que intenta encontrar trabajo en el mismo, vale para su realización. Ahí es donde hay que incidir y si no se vale no dar el puesto. Debería evaluarse constantemente a los cuidadores para impedir situaciones como la ocurrida en Murcia y tantas otras que no tienen visibilidad pero que ocurren y que afectan a miles de ancianos en toda España, por supuesto que también en Zamora.

Por nuestros ancianos, lo que haga falta.