Son las de la "3ª División" y la "2ª "B", las ligas que conservan el formato clásico que ha acompañado siempre a los partidos de fútbol, como es el de jugar los domingos a una hora determinada. Cierto es que, en los últimos tiempos, también en estas divisiones, algunos partidos llegan a celebrarse los sábados, bien por coincidencia de horarios, bien por ser filiales de equipos poderosos; pero ahí acaban todas las diferencias. Mientras tanto, los potentados, los que militan en la "2ª división A" y en la "1ª División", juegan en días indeterminados, de manera que nadie puede llegar a saber, a priori, cuando va a ser, ni a qué hora darán comienzo. De manera que quienes se encuentran interesados en verlos, incluidos los socios, lo tienen claro, pues lo mismo pueden caer en viernes que en lunes, incluyendo también los sábados y los domingos. En cuanto a la hora, pueden coincidir con la de la comida, la merienda, la cena o incluso con el aperitivo. Además, los gestores de la Liga profesional están obsesionados con celebrar partidos fuera de España, en países tan representativos como lo puedan ser China o los Emiratos Árabes.

El número de jugadores extranjeros en los equipos de futbol españoles es directamente proporcional al potencial económico de cada club; así en los equipos de la máxima categoría, como lo puedan ser el Real Madrid, el Atlético de Madrid o el F.C Barcelona, resulta difícil encontrar jugadores nacionales y menos aún de la ciudad a la que, teóricamente, dicen representar. Es más, cuando algunos de estos equipos se enfrentan a otros clubes extranjeros a veces se da la circunstancia que en los equipos foráneos llegan a militar más jugadores españoles que en los teóricamente españoles. De manera que si durante el descanso los jugadores intercambiaran sus camisetas nadie llegaría a notarlo.

Aunque pudiera parecerlo, este follón no se debe a imprevistos, ni a mala organización, sino a estar montado el tenderete exclusivamente en base a obtener los mayores ingresos a costa de lo que sea, incluidos esos contratos oscuros con la firma de nebulosos intermediarios. Pero el fútbol sigue siendo ese éter que nos adormece y que, en algunos casos, llega a cegarnos la razón, y eso es una cosa que siempre viene bien a quienes manejan los hilos del Estado.

Así pues, la única particularidad que, de momento, se resiste a no cambiar es el nombre del club, puesto que el hecho que lleguen a jugar unos jugadores u otros solo depende de la presión que ejerza la competencia a la hora de hacer los fichajes. Nada de esto puede llegar a extrañar ya que se trata de un negocio que mueve más de 3.000 millones de euros al año o 5.000 millones si se incluyen los ingresos indirectos, lo que ha transformado lo que antes era un deporte de entretenimiento, en un opíparo negocio.

Por si fuera poco, gran parte de las multimillonarias estrellas vienen pasando, con demasiada frecuencia, por los tribunales de justicia, algunos con penas de cárcel, ya que el que más y el que menos ha practicado el deporte de evadir impuestos. De manera que el fútbol cada vez huele más a podrido, por dentro y por fuera, mientras gran parte de los seguidores disculpan ese latrocinio a los clubes con los que se sienten identificados.

De manera que, ante tales circunstancias, el hecho que exista trasiego de fechas y de horas en el calendario de las ligas, y que no llegue a saberse si determinado partido corresponde a una jornada, a la siguiente o a la anterior, va dejando de tener importancia.

Es tal la transgresión y el desatino que cualquier día veremos que ha desaparecido la figura del socio, e incluso de los espectadores que acuden a los estadios, ya que no se les necesita para nada. Aunque ellos, lejos de protestar, se conformarán con ver los partidos por televisión pagando la cuota, más o menos, abusiva, que tengan a bien cobrarles las compañías que capitalizan esos derechos.

Llegado el momento sobrarán los graderíos, las taquillas y las fuerzas de seguridad que garantizan el orden en los estadios. Bastará con que se disponga de un terreno de juego, rodeado perimetralmente de un buen número de cámaras de televisión, para que el negocio siga funcionando. Eso sí, todo ello convenientemente ambientado por un potente equipo de megafonía que reproducirá, en cada momento, animación enlatada, o los clásicos pitidos al árbitro y al equipo visitante

Menos mal que a los nostálgicos de este deporte siempre les quedará poder acudir a campos donde se disputen partidos de las divisiones inferiores - como lo pueda ser nuestro Ruta de la Plata y el Zamora C.F - que les permitirán seguir pasando buenos ratos con los amigos.