La enorme y bella fertilidad del universo simbólico. La idea del "búnker", como bastión irreductible del franquismo, nació hará cuatro décadas y media, y entonces era un aparato de poder grande y fuerte, el núcleo metálico del régimen. Adolfo Suárez lo desahució a principios de 1977 por Decreto-Ley, las elecciones de junio de ese año lo fumigaron, la Constitución de 1978 dejó fuera de juego a lo que quedara del bicho, y el fracaso del golpe del 23-F de 1981 acabó con las larvas. La palabra se quedó sin su objeto, pero seguía vagando por ahí, y hasta algunos indocumentados de la penúltima generación se atrevieron a colgársela a los viejos demócratas del 78. Ahora resulta que el virus resistente del búnker se había refugiado en la mismísima basílica del Valle de los Caídos, haciendo guardia en la tumba de Franco. No sé si se dan cuenta de la soberana belleza del asedio en curso.