La magia existe y este 5 de enero he vivido uno de los momentos más entrañables de toda mi vida. Justo cuando creía que este sería el último año de sueños de nuestra hija, cuando le había preparado una carta para ella en la que le contaba el gran secreto de los Reyes Magos, y cuando yo pensaba que ya solo le quedaba un hilo de magia, va ella y puffff... Nos hace creer que todo es posible.

No sé gracias a quien, pero los últimos 4 años, las personas que han encarnado en nuestra ciudad a sus Majestades Melchor y Gaspar, han sido las mismas, y no lo han podido hacer mejor.

No se puede elegir un Rey cualquiera, la elección debe ser correcta, pues cada sonrisa, cada abrazo, cada saludo, cada gesto y cada palabra, pueden ser claves en la vida y en la ilusión de nuestros pequeños. Digo en la vida, sí, por lo que ha supuesto nuestro Melchor en la de mi hija, y en lo que nuestro encuentro con él este año, puede suponer en un futuro muy próximo y clave para ella.

Nunca pensamos que la ilusión de nuestra hija durara tanto, pero ella es así y la magia y la fe lo pueden todo. Es una niña sana, alegre, feliz y muy querida, pero tiene un pequeño gran problema: una fuerte alergia a la leche, lo que limita su día a día más de lo que se pueda pensar. Por primera vez desde que ella nació, los especialistas nos han ofrecido la posibilidad de realizar un tratamiento para intentar normalizar su vida, pues la alergia es tan fuerte, que lo más probable es que la acompañe el resto de su vida.

El pasado 5 de enero, fuimos con ella a ver la cabalgata de nuestra ciudad y una vez finalizada ésta, como cada año, nos acercamos al Ayuntamiento a ver de cerca a nuestros queridos Reyes Magos. El nuestro es Melchor. Lo adoramos. Estos últimos años ha sido especialmente cariñoso con nosotros y siempre me pregunté quién estaba detrás de esas barbas y esa maravillosa sonrisa.

A la llegada de sus Majestades al Ayuntamiento, nuestra pequeña se hizo las fotos con ellos y a continuación subimos al salón de plenos, donde los Reyes le entregan a los niños que lo solicitan, uno de sus juguetes. Es un momento entrañable, pero nuestra niña nunca ha querido recoger allí su regalo, siempre ha preferido hacerlo en la intimidad de nuestro hogar.

Una vez entregados todos los regalos y cuando el público casi había abandonado el salón, le pregunté a mi pequeña si quería despedirse de ellos o pedir una última cosa: "Sí mamá", me respondió, "quiero pedirle a Melchor que me quite la alergia a la leche"... Un nudo se me puso en la garganta? "no me sueltes, mamá" me decía mientras agarraba fuertemente mi mano, y allí nos fuimos las dos. Ella estaba muy nerviosa, y quiso que yo le explicará primero a Melchor como era su deseo. "Melchor", le dije, "esta niña quiere pedirte un regalo no material" y apenas había terminado yo de hablar, ella le dijo con la voz entrecortada: "Quiero que se me quite la alergia a la leche", entonces las dos rompimos a llorar y los ojos de Melchor me miraron fijamente y comenzaron a llenarse de lágrimas, su mirada era difícil de describir, pero nunca la olvidaré... Entonces él hablo: "Para conseguirlo, debes poner mucho de tu parte y entonces será posible. Dame un abrazo fuerte", y los dos se fundieron en un largo e intenso abrazo... Yo no podía dejar de llorar, fue un momento tan especial y la reacción de nuestro Melchor fue tan sincera y bonita, como inteligentes fueron sus palabras, palabras que nuestra hija nunca va a olvidar y que han hecho que desde ese mismo momento, decida enfrentarse a su próximo tratamiento con toda la fuerza y la ilusión del mundo, algo que hasta ahora, no había sido capaz de hacer.

A continuación, partimos hacia casa, pero al llegar a la plaza, vimos salir a los tres Reyes hacia sus coches y decidimos ir a despedirlos, Melchor se acercó a nosotras y le recordó a Lucía que ella tenía que poner mucho de su parte para conseguir su deseo. Saludó su Majestad a todos los allí presentes, se montó en su coche, que tenía la ventanilla bajada y entonces la llamó de nuevo y le dijo: "Nunca me olvidare de ti"? No pudimos parar de llorar y así, entre lágrimas, despedimos emocionadas y esperanzadas a nuestro Melchor...

La Magia de esta noche puede con todo y aunque yo soy de las que sigo conservando la misma ilusión que cuando era niña, tengo claro que si no hubiésemos contado con los mismos Melchor y Gaspar los últimos años, mi hija habría perdido la magia mucho antes, y si nuestro Melchor no fuese tan especial, nada hubiese sido igual, y ella afrontaría las cosas de otro modo.

Pero aún os digo más, la magia continúa después de esta noche, pues esta misma mañana, el destino hizo que en una esquina de nuestra ciudad me encontrase de nuevo con esos ojos mágicos, y de nuevo escuché su voz: "Hola ¿qué tal?.." Me dio un vuelco el corazón, allí estaba Él, nuestro Melchor, esta vez sin barbas, pero con esa misma mirada y esa misma sonrisa. Y supe por fin quien era y pude darle las gracias por tanto como nos ha dado.

La magia existe y el destino también. Nunca dejéis de creer.

Desde aquí, quiero dar las gracias a quien ha escogido tan bien a nuestro Rey, y de nuevo a nuestro Melchor por ser tan especial, porque hasta las palabras que dijo para todos los niños a su llegada a la Plaza Mayor, fueron excepcionales: "Respeto, respeto y respeto, eso es lo que más necesitamos"

Sin duda, ha sido la mejor elección que se podía hacer de un Rey Mago.