Qué pena, sí, que pena que sabiendo todo lo que se sabe sobre el submundo de las drogas, sigan teniendo un mercado boyante especialmente entre adolescentes y jóvenes. Qué pena que Zamora siempre dé la nota en esta modalidad de autodestrucción. Qué pena que no se encuentre el resorte preciso para acabar con el tráfico de drogas, con el menudeo, con los vendedores de alienación y muerte. La Policía Nacional de Zamora está realizando un magnífico servicio con redadas que dan en prisión con los cabecillas. Hay que dar también con los que se pasean impunes delante de colegios e institutos, los que en los centros de ocio que frecuentan los chavalitos y chavalitas de Zamora, campan por sus respetos sin que propietarios y encargados hagan nada por impedirlo.

Continúo diciendo que me importa un bledo que alguien, quien sea, cada vez que escribo sobre este tema, me haga una señal inequívoca cuando me ve por la calle. No les tengo miedo. No tengo miedo. Lo que no podemos hacer es callar y actuar como cómplices. Por eso apoyo las manifestaciones del delegado diocesano de Cáritas, Antonio Jesús Martín de Lera, cuando se lamenta del aumento de chavalitos que han caído en la droga. No quiero pensar que algunos, afortunadamente no todos, de estos chicos y chicas no tengan solución, no quiero pensar que ya serán de por vida unos parias hasta que la muerte en forma de sobredosis o de droga adulterada los separe de la vida de marginación que les espera.

Que nadie piense que los chavalitos que caen proceden solo de familias desestructuradas y de la pobreza. Los pijos, los llamados "niños bien" son los primeros en caer. De qué sirve, ¡Dios mío!, tanta campaña, tanta información, tanto esfuerzo si de cuatro o cinco usuarios con el que se inició el programa Fénix que comparten Cáritas y la Junta de Castilla y León, se ha pasado en poco tiempo a 70. El nombre del programa es esperanzador: 'Fénix' como el ave que renace de sus cenizas. Si aquella fabulosa ave se consumía por acción del fuego, nuestros jóvenes se consumen por acción de la droga. ¡Maldita sea la droga y todos los que trafican con ella!

Lo más grave es que los usuarios del programa Fénix son adolescentes de entre 12 y 19 años. No tardaremos en saber que la edad de consumo irá bajando y que habrá implicados chavalitos y chavalitas de 8 y 9 años. Tiempo al tiempo. Eso es lo que hay que evitar. Eso es lo que hay que impedir. Chapó por el esfuerzo y el trabajo de las 313 personas que forman la plantilla de Cáritas, sin duda, una de las "empresas" netamente zamorana que mayor número de empleos genera, no hay que olvidar que hablamos de Iglesia Católica, y chapó por la generosidad inmensa de los 790 voluntarios de Cáritas. Al voluntariado zamorano hay que premiarlo no solo con una estatuilla y un diploma, que también, sino con el reconocimiento generalizado de todos los zamoranos.

Chavalitos de doce años enganchados a esa porquería que les llega en papelinas, en forma de pastillas y en tantas formas como se inventan los traficantes para seguir haciendo cajón y vivir como diosecillos a costa del dolor de los padres y la alienación de los hijos. Bien por los que se recuperan pero, ¿cuántos se quedan en el camino? No hemos aprendido nada. Los humanos seguimos tropezando tres veces en la misma piedra. Por favor, padres, amigos, hermanos, responsables escolares, no bajen la guardia como ha recomendado Toño. A la mínima no duden en poner remedio y en llamar a la Policía. Los hijos a veces se meten en charcos de los que no pueden salir. ¡Ayudémosles!